lunes, 5 de octubre de 2020

VERANO DEL 85 (2020)


EL PRIMER AMOR


PAÍS: Francia (2020)
TÍTULO ORIGINAL: Eté 85
DIRECCIÓN: François Ozon
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 15 de noviembre de 1967, París (Francia)
INTÉRPRETES: Benjamin Voisin, Félix Lefebvre, Philippine Velge, Melvil Poupaud, Valeria Bruni Tedeschi, Samuel Brafman-Moutier, Isabelle Nanty, Aurore Broutin, Philippine Veerman
GUIONISTA: François Ozon
BASADA EN: La novela "Dance on my grave" escrita por Aidan Chambers, y publicada en 1982
FOTOGRAFÍA: Hichame Alaouié
MÚSICA: Jean-Benoît Dunckel
GÉNERO: Drama
PRODUCCIÓN: Mandarin Production, Scope Pictures
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Golem Distribución
DURACIÓN: 100 minutos


SINOPSIS:
Alexis, a punto de cumplir 16 años, casi se ahoga cuando vuelca su barco en la costa de Normandía. Por suerte, David, de 18 años, le salva heroicamente. Alexis acaba de conocer al amigo de sus sueños. Pero, ¿durará ese sueño más de un verano? El verano del 85.
(Fuente de la sinopsis: Golem Distribución)
 (Fuente del cartel y de las imágenes: Image.net-Golem Distribución)
 (Fuentes de la información de la película: Filmaffinity, Golem Distribución, Zinemaldia, IMDb, Wikipedia)


CRÍTICA:
El nuevo trabajo de François Ozon es una película que, como su título indica, se desarrolla en la bella localidad costera de Le Tréport, situada en la Alta Normandía francesa, en un caluroso estío de hace más de 30 años, y que tiene como protagonistas a dos jóvenes, uno menor de edad llamado Alexis y David, el hijo de una familia judía de clase social alta. La película, que viene avalada por el sello de Cannes, formó parte de la sección oficial del Festival de San Sebastián, 8 años después y en el mismo escenario en donde ganó la Concha de oro a la mejor película por "En la casa (2012)". La propuesta era a priori la más atractiva de la sección oficial a concurso del Zinemaldia 2020, ya que una película dirigida por el gran cineasta francés, un habitual en la sección más importante a concurso del festival de San Sebastián, siempre es una garantía de que vamos a ver algo diferente.


El punto de partida es el de esos dos jóvenes que comienzan una amistad y algo más, lo que iremos descubriendo poco a poco, en una película que se inicia con Alexis declarando ante la justicia por un asunto del pasado, que es lo que nos muestran a continuación, con la narración personal del joven que irá contando lo sucedido ese verano desde el día en el que conoció a David. 
La película tiene un gran inicio, con una buena presentación de personajes, algo habitual en el cine de Ozon, y que se desarrolla de manera acertada mezclando diferentes géneros como el drama, el romance, el suspense y algunos elementos cómicos. Pero en la parte final se excede y tiene demasiados giros, algunos innecesarios, estropeando lo que hasta ese momento había sido una película interesante y sencilla. 


Entre los aspectos positivos destaco la dirección de Ozon, la recreación de las dos épocas, la música compuesta por Jean-Benoît Dunckel y unas canciones de la época muy bien seleccionadas.
Dejo para el final el que probablemente sea el punto más fuerte del proyecto, y me refiero a las interpretaciones de Benjamin Voisin como David, y un desconocido Félix Lefebvre que interpreta al protagonista y que está magnífico y lo hace sin excederse en las situaciones con una mayor carga dramática. Entre los secundarios de lujo destacan Valeria Bruni Tedeschi, que lo hace muy bien, como casi siempre, en el papel de la madre de David, y Melvil Poupaud como el abogado del niño protagonista, al que este último va contando lo sucedido en esos meses de verano de 1985.
Una película fácil de recomendar a los que disfrutaron con anteriores trabajos del director, a los que acuden habitualmente a las salas para ver cine francés, y en general al público de mediana edad y a los más mayores.


LO MEJOR: El reparto. La presentación de los personajes. 
LO PEOR: En la segunda mitad se excede en los giros.

CRÍTICAS EN BLOGS ESPECIALIZADOS:

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PODCASTS:

 




DÍAS DE CINE:
ENTREVISTA AL DIRECTOR:
El origen de VERANO DEL 85 es la novela Dance on My Grave (Baila sobre mi tumba), del autor británico Aidan Chambers.
Leí la novela en 1985, tenía 17 años y me encantó. Sentí que hablaba de una forma íntima al adolescente que era entonces.
El lenguaje, la construcción de la novela hacen que sea muy lúdica. El autor incluyó dibujos, extractos de artículos de periódicos, varias perspectivas, secuencias vistas desde diferentes puntos de vista. Disfruté mucho leyéndola, y cuando empecé a hacer cortometrajes pensé que si algún día conseguía rodar un largo, el primero sería la adaptación de la novela.

Y 35 años después…
Me parece que en todos estos años no se me ocurrió la idea, ni tuve las ganas de hacer la película porque, en realidad, me apetecía verla, ser el espectador. Estaba convencido de que alguien la haría, algún cineasta estadounidense… Pero no fue así, y sigue sorprendiéndome.
Después de Gracias a Dios volví a leer el libro por mera curiosidad y me quedé atónito al darme cuenta de que había filmado numerosas escenas o temas incluidos en la novela. El libro que leí de adolescente había alimentado mi imaginación sin que yo atara cabos.
La vertiente rompecabezas de la historia, que había olvidado, también me pareció muy cinematográfica. Recordé que a los 18 años había escrito una primera versión del guion con un amigo centrada únicamente en la historia de amor, quitando elementos que entonces me parecieron estar en segundo plano, como la asistente social, el profesor, los padres, el judaísmo y los flash-backs… Puede que no estuviera capacitado para gestionar tantos elementos.
Pero las películas se hacen cuando deben hacerse, y fue necesario que la historia madurara en mi interior para que supiera cómo contarla y ser fiel a la estructura narrativa de la novela. En cuanto al resto, adapté el contexto a Francia y situé la historia en la época que la leí. La película contiene la realidad del libro, y también el recuerdo de lo que sentí cuando lo leí.


El tono de la novela es más bien desenfadado, pero ha adoptado un registro más romántico y dramático.
Durante el rodaje, algunas escenas se inclinaban más hacia la comedia, pero en la sala de montaje tuve tendencia a borrar los efectos cómicos para estar del todo con los dos chicos y vivir su historia de amor plenamente. Luego, en la segunda parte y el significado del pacto, aún quedaba menos sitio para la comedia. Me pareció importante establecer una relación sincera con los personajes, así como encontrar de nuevo la emoción que había sentido de adolescente.
En cierto modo, tuve la impresión de volver a hacer una primera película con la madurez adquirida con las anteriores, lo que me aportó lucidez y, a la vez, una especie de ternura nostálgica hacia ese periodo. De haber tenido una edad más cercana a la de mis personajes es muy probable que me hubiera distanciado más.


VERANO DEL 85 es una historia de amor antes que una historia de amor homosexual.
Fui fiel al libro. No cuestionaba la homosexualidad, ni tampoco representaba una finalidad. Es algo muy bello y bastante moderno para la época. Alex y David se aman; el hecho de que sean dos chicos no es el tema de la historia. Por eso mismo soñaba con ver esta película cuando era adolescente. En los años ochenta, las representaciones de la homosexualidad en el cine eran muy sombrías, dolorosas, incluso antes de la llegada del sida.
Para hacer esta película, me impuse respetar los códigos de las películas de adolescentes. Filmé un romance entre dos chicos de un modo muy clásico, sin ironía, para hacer una historia de amor universal.

VERANO DEL 85 habría podido ser una crónica adolescente, pero transformó el material apostando por el suspense y la duda de lo que realmente ocurre.
Es la mayor diferencia con la novela, donde se sabe desde el principio lo que hizo Alex y el porqué. La película deja flotar el misterio y crea pistas falsas que dejan al espectador tomar varios caminos. Adopté el mismo enfoque con la adaptación de Remordimiento (BrokenLullaby), de Ernst Lubitsch, para transformarla en Frantz.

La escena del walkman es un homenaje a las discotecas tan presentes en las películas de culto para adolescentes de los ochenta, pero también anuncia el desfase entre David y Alex.
Puede decirse que esta escena del baile es el corazón de la película. Uno se agita, ríe, salta y se mueve como un loco, mientras que el otro sueña, con la mirada perdida, fija en la bola de espejos colgada del techo. En ese momento interpretamos el desfase como un juego y no como un sufrimiento. Pero debo reconocer que ni yo mismo era consciente de eso cuando rodé la escena; improvisé y la rodé muy deprisa para integrar la canción de Rod Stewart.


La reconstitución de la época es realista y da la impresión de que estamos viendo una película de los ochenta.
Los decorados son realistas, pero los años ochenta están algo idealizados a través del vestuario. PascalineChavanne y yo nos inspiramos mucho en las películas americanas de la época; me apetecía lograr ese ambiente popular. Hice la película pensando en el espectador que fui, en la película que me habría gustado ver entonces.

¿De ahí la decisión de rodar con negativo?

Hoy en día nos hemos acostumbrado a la imagen digital, pero tratándose de una película de época, creo que no cabe más posibilidad que usar negativo. Ya había tomado esta decisión a la hora de rodar Frantz.
Me gustó mucho regresar al súper 16, el formato que utilicé para mis primeros cortos. Me gusta ese grano tan particular. En los primeros planos aporta algo muy bello, muy sensual en las pieles, un matiz en los colores que no logra el digital, medio que tiende a dar un toque insulso a todo.

La película transcurre en la pequeña ciudad de Le Tréport.
Le Tréport puede compararse aSouthendon Sea, la ciudad donde transcurre la novela, al sur de Inglaterra, que no tiene nada que ver con la Costa Azul. Me pareció importante anclar la historia en la realidad social de esta ciudad obrera de la Alta Normandía. Le Tréport no ha cambiado mucho, se ha quedado tal cual; es un lugar muy fotogénico, con grandes playas de guijarros, acantilados, edificios de alquileres sociales construidos en los años sesenta a lo largo del malecón.

¿El hecho de que la joven Kate sea inglesa es un guiño a la novela?
En la novela, Kate es noruega. Decidí que fuera inglesa sobre todo porque durante los años ochenta estaba muy influido por la cultura pop británica, como muchos adolescentes en aquella época. Me movía al ritmo de la New Wave, los Smiths, Depeche Mode, The Cure, grupo que abre la película…

¿Cómo fue el casting de la pareja Alex y David, con físicos tan diferentes?
Empecé el casting muy pronto, incluso antes de haber acabado el guion, pensando que si no encontraba a los intérpretes, no haría la película.
No tardé en conocer a Félix Lefebvre. En cuanto hizo unas pruebas supe que era Alex, con su cara algo redondeada, esa sonrisa un poco infantil, su agudeza y la melancolía en la mirada. Recuerda a River Phoenix, lo que corresponde de maravilla a la época y al personaje. Félix es un actor muy vivo, inteligente, y eso también era importante para el papel. El espectador debe creerse la inteligencia de Alex, su capacidad para convertirse en escritor.
Pero quedaba encontrar a David. Debía haber un fuerte contraste entre él y Alex. Quería que David le dominara físicamente y que tuviera una soltura natural. David es como una fiera, mientras que Alex es un cordero que no sabe andar ni navegar… Al principio, Benjamin Voisin hizo pruebas para el papel de Alex, pero al verle interpretar, tuve la intuición de que podría ser David, a pesar de que al principio buscaba a alguien con un físico más imponente. Pero de hecho, si se le ve desde la perspectiva de Alex, es exactamente así. Desde las primeras pruebas juntos, hubo química entre Benjamin y Félix, algo primordial para mí. Los dos estaban en la misma onda, había complicidad. A continuación hicimos muchas lecturas conjuntas y ensayamos escenas. Un mes antes de empezar a rodar, pasaron una semana juntos en Le Tréport para practicar vela.


¿Cómo escogió a los otros actores?
Para Kate buscaba a una chica más abiertamente sensual que Philippine Velge, pero esa vertiente “a lo garçon”, como Jean Seberg, me gustó nada más verla. Philippine es anglo-belga; tiene la gracia y la madurez que buscaba para el personaje que apoya y ayuda a Alex en el duelo. Como muchas personas, descubrí a Isabelle Nanty en ¿Qué hacemos con la abuela? y me gusta muchísimo, desprende una gran humanidad. No se la ve a menudo en un registro dramático y me apetecía enseñar otra cara de su personalidad y de su trabajo.
En cuanto a Melvil Poupaud y Valeria Bruni-Tedeschi, con los que ya había trabajado, era obvio ofrecerles estos papeles. Me pareció divertido, después de Gracias a Dios, convertir a Melvil en un profesor con un toque ligón; ese profesor que todos hemos conocido alguna vez, simpático pero en el que no se puede confiar plenamente. Valeria era ideal para comunicar el humor y la locura de una madre extrovertida, y conseguir que se acepte su transformación dramática. Para el personaje pensé en la madre cómplice y monstruosa de la obra de teatro de Tennessee WilliamsDe repente, el último verano, interpretada por Katharine Hepburn en la versión de Mankiewicz para la gran pantalla. Una madre que engatusa a chicos para su hijo, una madre posesiva, devoradora, incestuosa…

"Swimming-Pool", "Angel", "En la casa", no es la primera vez que se inclina por la figura del escritor.
Me interesa mostrar la vocación artística. Cómo un personaje siente la necesidad de pasar por la sublimación de la creación. Y de qué se alimenta.
En el caso de Alex, me gusta que descubra la escritura de una forma un poco accidental: es incapaz de hablar de lo que ocurrió, y le piden que lo escriba para que el juez lo entienda. “A veces cuesta decir algo y es más fácil escribirlo”, le dice su profesor. Sobre todo a su edad. Y como se le da bien escribir… Al convertirse en escritor, Alex consigue una doble salvación: ante el juez y encontrando su vocación.
La escritura le hace más fuerte, lo que le permite transformar la prueba por la que ha pasado y seguir adelante.


¿Por qué recurrió a Jean-Benoît Dunckel para componer la música?
Buscaba una música que fuera a la vez sexy, romántica y nostálgica, que recordase los años ochenta y los principios del uso de la electrónica. Son dimensiones que están en la música de Jean-Benoît, cuyo trabajo siempre me ha gustado en el grupo Air.
Da la casualidad de que, en una entrevista, le preguntaron que nombrara un tema que le gustaba de joven; contestó “Star de la pub”, y añadió que estaba muy bien producido. Creí que se trataba de una señal porque también era un hit de mi adolescencia.
Me puse en contacto con él diciéndole que me interesaba usar ese tema en la película. Le mandé el guion y empezó a componer música sin ver la imagen. Me parece bastante milagroso porque en el montaje utilizamos las melodías sin cambiar nada.


¿Y el título de la película?
El título original de la novela es precioso, pero daba demasiadas pistas para la película, al contrario que el libro, donde se sabe todo desde el principio. Lo solucioné poniendo como título la fecha en que había leído la novela y del lanzamiento de “In Between Days”, la canción de The Cure que abre la película. Este tema representa el corazón de los ochenta y es totalmente intemporal. A pesar de ser muy alegre, tiene un trasfondo melancólico. Corresponde a Alex, a cómo descubre la vida; con ganas, pero con cierta negrura.
1985 también es el año en que murió Rock Hudson, en que el sida se coló en la vida diaria de todos… Es el último año de inocencia y despreocupación, cuando aún se ignoraba la enfermedad y pocos se preocupaban.

Solo cuenta escapar, de una forma u otra, de la propia historia. 
Es la última frase del libro de Aidan Chambers. Es bella y enigmática, y me va como anillo al dedo.
(Fuente del texto de la entrevista: Pressbook-Golem Distribución)



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