lunes, 17 de agosto de 2020

ZOMBI CHILD (2019)


BONELLO Y EL MUNDO DE LOS MUERTOS VIVIENTES


PAÍS: Francia (2019)
DIRECCIÓN: Bertrand Bonello
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 11 de Septiembre de 1968, Niza (Francia)
INTÉRPRETES: Louise Labèque, Wislanda Louimat, Katiana Milfort, Mackenson Bijou, Adilé David
GUIONISTA: Bertrand Bonello
FOTOGRAFÍA: Yves Cape
MÚSICA: Bertrand Bonello
GÉNERO: Fantástico
PRODUCCIÓN: Arte France Cinéma, Les Films du Bal, My New Pictures, Playtime, La Région Île-de-France, Canal+, Ciné+, Indéfilms 7, Cofinova 15, Cinémage 13 

DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Flamingo Films
DURACIÓN: 113 minutos
PREMIOS: 1 premio en online film critics society 2020



SINOPSIS:
Haití, 1962. Un hombre regresa de entre los muertos para ser enviado a las infernales plantaciones de caña de azúcar.
En París, 55 años después, en el prestigioso internado de la Legión de Honor, una adolescente haitiana revela un antiguo y oscuro secreto familiar a sus nuevas amigas, sin imaginar que esta extraña historia provocará que una de ellas cometa una atrocidad.

 (Fuente de la sinopsis, el cartel y las imágenes: Flalmingo Films)
 (Fuentes de la información de la película: Filmaffinity, Flamingo Films, IMDb, Wikipedia)


CRÍTICA:
El director, guionista y compositor francés Bertrand Bonello es uno de los cineastas del panorama actual con sello propio, y tiene un grupo de seguidores que esperan cada uno de sus nuevos proyectos, además de ser muy apreciado por los festivales europeos.
En esta ocasión nos encontramos con su octavo largometraje de ficción, cuya presentación tuvo lugar en la sección Quincena de realizadores del Festival de cine de Cannes, y posteriormente se proyectó en otros escenarios como Toronto, San Sebastián (en la sección Zabaltegi-Tabakalera, en donde pude verla por primera vez), Nueva York, y otros dos festivales españoles como Sitges y el FICX de Gijón.


La película tiene como punto de partida un prólogo que se desarrolla en 1962 en Haití, en donde un joven nativo llamado Clairvius Narcisse fallece y es enterrado en esa isla. A partir de ese momento la historia se traslada a la época actual, en concreto al París de 2019, para mostrarnos un grupo de adolescentes que comienzan el curso en uno de los institutos más prestigiosos de la capital de Francia, al que únicamente pueden ingresar alumnas y alumnos cuya familia haya recibido la medalla militar de la Legión de honor. Una de esas chicas, Melissa, es de Haití y su familia practica el Mambo (Vudú). La propuesta se va moviendo entre diferentes épocas en ese lugar caribeño y la actualidad en ese instituto de París, y tiene como protagonista a la joven Fanny, cuya voz en off es la que narra la historia, y que tiene un trauma porque lleva tiempo sin ver a su novio Pablo y no está convencida de que quiera seguir con él.


Lo mejor de la película, que se habla en tres idiomas (francés, inglés y haitiano), es la dirección de Bonello, que sabe mover la cámara con naturalidad y solvencia, con un estilo propio característico del cineasta francés, y la dirección de fotografía de Yves Cape, que nos regala unas bellas imágenes, en especial en las escenas en Haití, que fueron filmadas allí por decisión personal de Bonello, con un buen trabajo en la dirección artística para hacer creíbles cada una de las etapas en ese lugar. También funciona bien a nivel musical, sin ser el mejor trabajo del cineasta como compositor de una banda sonora, a diferencia de otros proyectos como "Nocturama", en donde lo visual y lo sonoro es mucho más potente.
Las interpretaciones son correctas, con Louise Labeque en el papel de Fanny y Wislanda Louimat como Mélissa, aunque tampoco es una propuesta en donde se necesiten unas grandes actuaciones.
La película es mucho más convencional que otros proyectos recientes del cineasta francés, y por lo tanto puede defraudar a los que disfrutaron con otros proyectos de Bonello, pero tampoco gustará a los fans del cine de zombis o de películas de conjuros, ya que es un cine de autor no apto para el gran público y que se parece más a clásicos como los filmados por Jacques Tourneur que a las películas de fantasía y terror modernos.



LO MEJOR: La dirección y la fotografía.
LO PEOR: Es aburrida y bastante más convencional que otras películas del director.

CRÍTICAS EN BLOGS ESPECIALIZADOS:

Pedro de Frutos en El Ónfalos

Pedro de Frutos en Coveralia

Ricardo Pablo López en Destino Arrakis

Miguel Martín en Nos Hacemos un cine en Orión

Nauzet Melián en MacGuffin007


PODCAST:



DÍAS DE CINE:

ENTREVISTA AL DIRECTOR:
¿Hacía mucho tiempo que tenías pensado rodar una película situada parcialmente en Haití? 
La idea no es nueva. En una libreta de hace varios años ya había escrito estas dos palabras: "Zombi, Haití".

¿Y qué tipo de película tenías pensado hacer con estas dos palabras: Zombi, Haití?
A principios de los 2000 desarrollé un interés por Haití cuando mi gran amigo, Charles Najman, dirigió Royal Bonbon con Josée Deshaies como director de fotografía. Charles se enamoró de Haití y decidió pasar allí tres meses al año. Su entusiasmo era contagioso, especialmente cuando evocaba su riqueza intelectual, mucho más rica que en Francia, a través de millones y millones de historias. A partir de aquí, empecé a leer cosas, con gran fascinación.
Sin embargo, no fue hasta principios de 2018 cuando regresé a esta idea. Llevaba varios meses enfrascado en un proyecto muy complicado, que aún tengo pendiente, y me entraron ganas de hacer una película que pudiese rodar rápido y con un presupuesto reducido, pero con una idea muy potente. Necesitaba encontrar un proyecto que cumpliese con esta ecuación. Al releer de nuevo estas dos palabras se hizo evidente. Esa pasión anterior revivió, no solo intacta sino multiplicada por diez. ¿Qué es un zombie? Es un hombre que ha sido borrado del mundo. Me lo imaginé como un hombre que camina lento y con la cabeza gacha. Es una imagen simple, que para mí, fue un verdadero punto de partida. Mi intención inmediata era empezar a rodar en octubre para estar listo en la primavera de 2019. Me impuse algunas restricciones: cuatro semanas de rodaje, un presupuesto de 1.5 millones de euros, prácticamente sin iluminación, un equipo reducido, ... Lo primero que escribí fue el calendario de rodaje: doce días de rodaje en el internado de Saint-Denis, tres días en las afueras, una semana en Haití... De este modo, todo se preparó y desarrolló en paralelo -el guión, la financiación, la planificación mental completa para hacer la película-, con gran cuidado para garantizar la coherencia general, aunque al final la película resulte algo más híbrida.


Básicamente has vuelto a los preceptos de la Nouvelle Vague. A Eric Rohmer le gustaba decir que el plan de rodaje es la película. En cuanto a JeanLuc Godard, a menudo has comentado su respuesta a los productores cuando le preguntaban cuánto dinero necesitaba: "Dime cuánto me das y yo te diré qué película quiero hacer".
Es una frase en la que, de hecho, pienso a menudo. ¡Y esta vez la pude ponerla en práctica! Acababa de hacer dos películas grandes, Saint Laurent y Nocturama. Tenía muchas ganas de volver a algo más pequeño. En 2016, un poco después de Nocturama, dirigí un corto de unos 20 minutos rodado en dos días y medio, Sarah Winchester, Ghost Opera, un encargo para la Ópera de París que cuenta una historia bastante larga en muy poco tiempo y con un presupuesto ajustado. Tenía ganas de repetir esa experiencia con un largometraje. Hoy en día hay una forma de hacer las cosas que, como todos saben, se ha convertido en la regla general: busca apoyo financiero y escribe múltiples versiones del guión; al final esto siempre implica que una película tarda unos tres años en hacerse realidad. Yo necesitaba escapar de esa lógica. Y lo logré, y creo que esto está relacionado con diversos factores. Primero, algo de experiencia de mi parte. En segundo lugar, tener la suerte de trabajar con una joven productora, Judith Lou Lévy, de la productora Les Films du Bal, y con su asociada, Ève Robin, que me permitieron pensar las cosas de un modo algo diferente. Además, está el hecho de que yo era lo que en Francia llamamos el productor "delegado", es decir, la persona que creó el proyecto y que aporta garantías, un detalle que, cuando rodamos en Haití, fue clave. Y para acabar, la coherencia económica del proyecto.


¿El producto final es como tenías previsto?
Absolutamente. Solo rodamos ocho tomas que no llegaron al corte final. ¡Eso no es nada!
Aunque Zombi Child era una película con un presupuesto modesto, nunca tuvimos que renunciar a nada. Las cuatro semanas planificadas fueron suficientes. Y disfruté muchísimo del proceso. Trabajar con Judith, descubrir Haití, encontrarse con Yves Cape, el director de fotografía, la ligereza de toda la aventura... El hecho de que un cineasta como yo pueda, en tan solo unos años, dirigir una película como Saint Laurent y otra como Zombi Child me hace sentir extremadamente afortunado. No voy a decir que deseo que todas mis películas a partir de ahora se hagan en estas condiciones, ni que el patrón habitual sea malo, pero para mí era importante romper el ciclo habitual. Además, después de Saint Laurent y Nocturama, tenía mis dudas de si podría volver a una película de bajo presupuesto, especialmente por las exigencias del montaje y la dirección. Me alegró ver que sí. 


¿Esta ortografía -zombi sin una 'e' está relacionada con el deseo de volver a los orígenes de este famoso personaje? 
Me apetecía volver a las raíces más profundas de un fenómeno mundialmente conocido y además, a un nivel más personal, me importaba por mi conexión original con el cine, ya que como espectador, me inicié en él a través del género. Zombie es la ortografía estadounidense. Zombi es el zombi original, que es una figura profundamente arraigada en la historia y la cultura de Haití. Es el resultado de un uso perverso del vudú, algo de lo que la gente nunca habla, y cuya existencia algunos niegan por completo. Sin embargo, allí todos saben cómo camina y habla un zombi. Durante el casting, todos los hombres lo representaban de la misma forma.
La película está documentada a fondo y con precisión: el polvo utilizado para transformar a un hombre en zombi, el estado de esclavitud que lo mantiene en las plantaciones; la sal, la carne o los cacahuetes que, si come, le sacan de su trance zombi y lo hacen volver a su casa o a la tumba. Un libro clave, La isla mágica: un viaje al corazón del vudú, de William Seabrook, fue publicado en Francia en 1928. Cinco años después se estrenó White Zombie con Bela Lugosi. La ortografía cambió, y también lo hizo el significado político relacionado con el zombi. La conexión con la esclavitud desapareció, y reaparece, alterada, en el cine de George Romero. El zombi norteamericano mantiene la forma de andar, el comportamiento o la lentitud del zombi haitiano, pero no su función. Está completamente muerto, no como en el caso del zombi haitiano, que está suspendido en algún lugar entre la vida y la muerte. Y este es un aspecto que me fascina, esta conexión entre la vida y la muerte que aún podemos encontrar ahí, una idea que desapareció con la Grecia Antigua. En el vudú, no hay una separación entre la vida y la muerte. No es simplemente una creencia, es un hecho. El terremoto de 2010, con sus casi 300.000 muertos, fue un terrible recordatorio de esta realidad. Los vivos y los muertos tuvieron que convivir durante meses. 

¿En qué te inspiraste? ¿Te sumergiste de nuevo en las películas de zombi(e)s que acabamos de mencionar?
En realidad no, aunque siempre tuve muy presentes las películas de Romero. Sin embargo, volví a ver la magnífica Yo anduve con un zombie de Jacques Tourneur, que lleva por título la primer frase de la película.
Me inspiré en libros de fotografía, novelas o publicaciones antropológicas, especialmente la de un autor suizo, Alfred Métraux, Voodoo in Haiti, escrita en los 50, donde da una descripción detallada de la forma de andar, la voz nasal, el comportamiento, el polvo que provoca la pérdida de pigmentación alrededor de los ojos... y después, cuando buscaba una historia que evocara al zombi de una manera particular para la ceremonia de iniciación de Melissa en la hermandad literaria, descubrí un poema de René Depestre, Cap’tain Zombi. Este es el poema que se cita al inicio de la película. Depestre también escribió un libro precioso, Hadriana en todos mis sueños, la historia de una mujer zombi blanca, que descubrí gracias a una recomendación de nuestra productora haitiana, Guetty Felin. P: ¿Quién es Clairvius Narcisse, el zombi de la película y abuelo de Melissa? R: No hay consenso sobre su existencia como zombi. Aparentemente "murió" como se muestra en la película, en 1962. Después, "regresó" al mundo de los vivos. Es uno de los raros casos documentados. Cuando escuché su historia, hace unos quince años, la encontré muy hermosa.


Decidiste rodar la película en Haití, que tiene fama de imposible...
Quería hacerlo por razones éticas. Lo que teníamos que hacer era bastante sencillo, ya que básicamente teníamos que mostrar a un hombre caminando. Para mí, filmar esas escenas en otro país implicaba perder su esencia. Y además, no quería recrear una ceremonia vudú en ningún otro lugar. Tampoco hay que olvidar los motivos estéticos: filmar el Palacio Sans-Souci, el palacio del rey Henri Christophe.
Todo el mundo me comentaba que no había país más complicado que Haití para rodar. La pobreza, la inestabilidad política y los terremotos y sus consecuencias provocan que nada sea fácil. Solo unos pocos cineastas se han aventurado: Charles Najman, Raoul Peck, Wes Craven, Jonathan Demme, y nadie más. ¿Qué podía hacer? Judith y yo afrontamos este problema desde el inicio. Hicimos tres viajes. Poniendo especial foco en Ciudad del Cabo, en lugar de Puerto Príncipe, tal y como nos aconsejó Guetty Felin. Realizamos nuestro primer viaje en septiembre, para conocer el país, iniciar los castings y hacernos una idea de cómo los haitianos iban a recibir el proyecto. No resultó sencillo que nos aceptasen. Los haitianos presumen con un inmenso orgullo, de forma bastante legítima, del hecho que su país fue la primera República negra independiente, en 1804. Existe una gran desconfianza hacia la forma en que los blancos representan el país, especialmente con respecto a los zombis y el vudú... Oí comentar "Cuando apareces con una cámara es como si aparecieras con una escopeta". Pero poco a poco, gracias a encuentros, reuniones e intercambios, esta reticencia disminuyó. Además, gran parte del equipo era haitiano. El segundo viaje, para realizar pruebas de cámara con el director de fotografía, fue en noviembre, y finalmente el tercer viaje para rodar fue en enero. Las tres estancias fueron tan fascinantes como complicadas. Nunca olvidaré la primera. Experimenté un shock que rara vez he conocido en mi vida. Tienen una forma de vida, una riqueza cultural e intelectual y una capacidad de pensamiento que me resulta realmente extraordinaria. Tuvimos encuentros inolvidables con escritores, antropólogos, artistas... En definitiva, ¿cómo conseguimos rodar allí? Creo que fue una combinación de suerte, tenacidad, capacidad organizativa y el apoyo de un equipo haitiano tan comprometido con el proyecto como nosotros mismos, liderado por nuestra productora ejecutiva Guetty Felin.


¿En qué orden fueron rodadas las dos partes, la haitiana y la francesa?
Inicialmente pensé en rodar primero en Haití, para regresar a Francia impulsado por esa experiencia. Pero fue imposible, tanto por motivos meteorológicos como por los importantes disturbios que tuvieron lugar en 2018. Así que decidí hacer dos rodajes independientes, como si se tratase de dos películas diferentes, donde cada una requiere una logística particular. Primero, la parte francesa, luego, la parte haitiana. Entre los dos rodajes pasaron unos tres meses. En este tiempo, con la ayuda de Anita Roth, que había editado 120 pulsaciones por minuto con Robin Campillo, montamos la parte francesa. Duraba 1 hora y 20 minutos y contenía cartelas indicando donde Haití. 


¿Cómo encontraste el internado en las afueras de París donde estudian Fanny y sus amigas? ¿Y por qué esta elección concreta?
Muy sencillo, realizando una investigación online sobre internados femeninos en Francia. El lugar es real, se llama Maison "Education de la Légion d'honneur" y se encuentra en Saint-Denis 1 . En cierto modo, la realidad superó mis expectativas de ficción. Todo lo que muestro es exactamente así: las aulas, los uniformes, la excelencia, la mezcla de arquitectura reciente y antigua, la reverencia, los jardines, ... Cuando descubrí que esta escuela secundaria pública había sido fundada por Napoleón de forma casi simultánea con la independencia de Haití, no puede dejar de pensar en cómo resonaba con mi proyecto. Es un lugar donde se realizan rodajes de forma habitual. Sin embargo, no suele mostrarse como escuela. Creo que la administración del centro educativo no pasó este detalle por alto.
(Fuente del texto de la entrevista: Flamingo Films-Pressbook-Entrevista de Emmanuel Burdeau)



TRAILER:

 


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