jueves, 18 de junio de 2020

MI VIDA CON AMANDA (2018)


EN COMPAÑÍA DE MI TÍO


PAÍS: Francia (2018)
TÍTULO ORIGINAL: Amanda
DIRECCIÓN: Mikhaël Hers
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 6 de Febrero de 1975, París (Francia)
INTÉRPRETES: Vincent Lacoste, Isaure Multrier, Stacy Martin, Ophélia Kolb Kasapoglu, Marianne Basler, Jonathan Cohen, Nabiha Akkari, Greta Scacchi, Bakary Sangaré, Claire Tran, Elli Medeiros, Zoe Bruneau, Lily Bensliman, Raphaël Thierry
GUIONISTAS: Maude Ameline, Mikhaël Hers
FOTOGRAFÍA: Sébastien Buchmann
MÚSICA: Anton Sanko
GÉNERO: Drama
PRODUCCIÓN: Nord-Ouest Production, Arte France Cinéma, Pyramide Films, MK2 Films, Canal+, Ciné+, La Banque Postale Image, Sofica Manon 8, CNC / Région Languedoc-Roussillon-Midi Pyrénées
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: La Aventura Audiovisual
DURACIÓN: 107 minutos
PREMIOS: 4 premios, incluyendo uno en el festival de Venecia de 2018



SINOPSIS:
La infancia de Amanda, una niña de siete años, transcurre con absoluta normalidad en París. Cuando su madre fallece en un brutal atentado, el único que puede hacerse cargo de la pequeña es su tío David, un veinteañero solitario y soñador que vive el presente y que hasta ahora ha evitado tomar decisiones que le comprometan.
Seleccionada en el Festival de Venecia y nominada a los Premios César a Mejor Actor (Vincent Lacoste) y Mejor Banda Sonora, “Mi vida con Amanda” es el tercer largometraje del francés Mikhaël Hers. Esta historia familiar y colectiva es un ejercicio cautivador sobre la búsqueda del entendimiento en los momentos de adversidad y de falta de referentes.

 (Fuente de la sinopsis, el cartel y las imágenes: La Aventura Audiovisual)
 (Fuentes de la información de la película: Filmaffinity, La Aventura Audiovisual, IMDb)


CRÍTICA:
No soy admirador del cine frances actual ya que, salvo alguna excepción, sus proyectos son fáciles de recomendar y cuentan con unas grandes interpretaciones pero carecen de un interés cinematográfico y de unas historias originales y que se salgan de la convencionalidad. Pero de vez en cuando nos llega alguna película de ficción y no de animación (ya que tanto los documentales como el cine de animación franceses son de lo mejor del panorama actual) que me impacta, emociona o bien me mantien en tensión, como en el caso de "Custodia compartida (2017)" u otros proyectos dirigidos por alguno de sus grades cineastas. 
Uno de esos casos es el de esta película que no ha tenido mucha repercusión en su estreno en plataformas españolas hace casi un mes, y que es el tercer largometraje del cineasta francés Mikhaël Hers (su sexto proyecto cinematográfico, teniendo en cuenta que sus 3 primeros trabajos fueron mediometrajes), que nos presenta una historia dramática muy bien contada, que emociona sin necesidad de buscar la lágrima fácil, y que lo hace con una trama sencilla que no busca los giros enrevesados, y que deja a sus intérpretes que muestren sus sentimientos de manera natural.
La película tuvo su presentación en la sección Orizzonti del festival de Venecia de 2018, en donde fue premida como la mejor dirección de la seccion, y fue candidata a dos premios Cesar en 2019 en los apartados de mejor actor protagonista (Vincent Lacoste) y música original.


El proyecto tiene como protagonista a David, un trabajador de una empresa turística en París que se encarga de recoger a turistas y llevarles a su alojamiento en la capotal francesa, lo que compagina con su empleo público cuidando los árboles de los parques municipales. Ese joven de 24 años, que no tiene una pareja estable, tiene una hermana (Sandrine) y una sobrina de 7 años (Amanda), y esos dos hermanos tienen que superar el fallecimiento de su padre hace unos años, teniendo en cuenta que fue la persona que les cuidó cuando su madre (Alison) les abandonó para irse a vivir a Londres cuando David era pequeño.
El primer tercio sirve para presentar bastante bien a los personajes, aunque tarda un poco en arrancar, ya que conocemos sus inquietudes, sus problemas y los aspectos positivas de su vida, y cuando todo parecía estabilizarse en la vida de David y de su hermana Sandrine, sucede una situación trágica que en el fondo es un MacGuffin, ya que a los guionistas no les interesa abordar ese asunto, sino darlo a conocer, y desde ese momento poner su foco en David que tiene que asumir un nuevo rol, y que luchar por olvidarse del pasado y buscar el futuro mejor para él, y sobre todo para su sobrina Amanda.


La película que es bastante convencional a nivel artísitico, funciona bastante bien gracias a su gran guion, que sin necesidad de muchos giros consigue emocionar al espectador y hacer creíbles cada uno de los movimientos de esas dos personas, que miran al futuro con esperanza e ilusión, pero que se derrumban cuando menos se lo esperan en los momentos de debilidad en donde salen a la luz los recuerdos y traumas del pasado. Además del guion, escrito por el propio director junto a Maude Ameline, que es fundamental en lograr que la película mantenga el interés hasta el final, los otros aspectos destacados son las interpretaciones y la música.
En cuanto al reparto, destaca la presencia de Vincent Lacoste, que vuelve a demostrar su talento interpretativo y que es uno de los mejores actores europeos de su generación, en una actuación versatil con un cambio de registro creíble desde las escenas iniciales en donde muestra su buen sentido del humor y un carácter alegre a la segunda mitad en donde transmite sufrimiento en una actuación dramática contenida. La gran sorpresa es la presencia de Isaure Multrier, en el papel de Amanda, la sobrina de 7 años de David, a la que es difícil no coger cariño, y que emociona pese a su inexperiencia transmitiendo mucho con su mirada. 



Cada una de las conversaciones del tío con su sobrina nos cuentan mucho, y también son interesantes esos paseos por las calles de París, ya sea andando o en bicicleta. Completan el reparto Ophélia Kolb como Sandrine, la madre de Amanda, Stacy Martin, en la otra gran actuación de la película, que interpreta a Léna, la joven con la mantiene una relación de amistad y romántica con David. Mucho más secundarias son las apariciones de Marianne Basler, que hace de Maud (la tía de David y Sandrine) y la de la veterana Greta Scacchi, que a modo de cameo tiene una breve aparición en la parte final de la película.
La música compuesta por el neoyorkino Anton Sanko, nominado a los Emmy en 2013 por su trabajo en la serie "Ring of fire", y que es perfecta para este tipo de historia, aunque en la parte inicial es bastante monótona. Las calles de París y en la parte final las de Londres son parte fundamental de la película, y son añadido más para recomendar esta película que puede gustar a los que disfrutan con el cine francés actual, a los que se emocionan con dramas familiares sencillos y con unas grandes interpretaciones.



LO MEJOR: Las actuaciones de Vincent Lacoste e Isaure Multrier. Logra emocionar sin necesidad de forzar las situaciones dramáticas.
LO PEOR: Tarda un poco en arrancar.

CRÍTICAS EN BLOGS ESPECIALIZADOS:

José Antonio Alarcón en Séptimo Escenario




Ricardo Pablo López en Destino Arrakis
PODCAST:




DIAS DE CINE:

ENTREVISTA CON EL DIRECTOR:
El tema del luto, que apareció en “Ese sentimiento del verano” juega un papel más central en “Mi vida con Amanda”, con David asumiendo la responsabilidad de su sobrina después de la muerte de su madre.
En mis películas anteriores, la inspiración vino de un ángulo más melancólico o retrospectivo que me permitió volver a visitar distintos períodos o lugares. Para “Mi vida con Amanda”, el punto de partida fue la compulsión de filmar el París de hoy y capturar algo de la fragilidad y la violencia de nuestro tiempo. En este aspecto, “Mi vida con Amanda” está más arraigada en el presente y en la vida cotidiana que mis películas anteriores.

La película comienza con la niña que espera sola fuera de la escuela porque su tío está llegando tarde. Ese momento de ausencia prefigura una ausencia más fundamental y absoluta.También me permitió situar la relación entre Amanda y David hacia el espectador, un hombre que es incapaz de llegar a la escuela a tiempo para recogerla y que poco después  se encontrará estando a cargo de la pequeña. Es el comienzo de un largo viaje.  El dúo que forman me conmovió porque es una forma de hablar sobre la paternidad; la paternidad accidental, como una especie de herencia.

Sin renunciar a la melancolía de tus películas anteriores, en este filme estableces un tono más melodramático.
La película es más frontal en términos de emoción. Existe este prisma de una tragedia que es tanto personal como colectiva. Quería hacer una película contenida pero al mismo tiempo arriesgar para que fuera lo más compartible posible, lo que da como resultado este tono en la cúspide del melodrama. Del mismo modo, fui guiado por mis personajes y los momentos dramáticos que experimentaron y que no pude ignorar, en particular el momento en que David informa a Amanda de la muerte de su madre. Me pareció que hubiera sido una falsa sensibilidad o una vana discreción hacerlo. “Mi vida con Amanda” es la historia de dos personas que se acompañan entre sí a través del vacío que interrumpe la historia, en otras palabras, la muerte de Sandrine. Era imposible para el público no presenciar ese momento. También me animó mucho la generosidad y la confianza de mis actores. En ningún momento me sentí incómodo cuando Vincent Lacoste o Isaure Multrier lloraron, siempre fueron momentos de gran autenticidad.

También porque integras sus emociones en el tejido de la vida diaria.
Me gusta bajar a tierra mis películas tanto como sea posible y permitirles liberarse de su "tema". Siempre trato de mantenerme cerca de la vida diaria y de lo que puedo sentir, confiar en la situación y preguntarme muy sinceramente, con toda mi subjetividad, cómo se desarrollaría en la vida real. Quería filmar a las personas golpeadas por las emociones, no atrapadas en el caparazón del duelo, con los sentimientos convencionales que lo acompañan. Veo a una persona de luto experimentando una variedad de emociones y quería superar esa complejidad, oscilando entre momentos mayores y menores de tristeza, y momentos mayores y menores de felicidad.

En ese sentido, destaca la escena en la estación de tren. David se derrumba, pero en la siguiente escena lo vemos de vuelta en el trabajo.
En ese momento, David es una figura triste y devastada en medio de una estación de tren repleta de gente. La escena no estaba en el guion, es una de las pocas que filmamos sobre la marcha. Quería capturar la angustia que repentinamente abruma a David, en medio de esta multitud que sigue avanzando, sigue cogiendo trenes. Truffaut dijo que el cine, la película, es la vida sin atascos. Me encanta Truffaut, pero mi primera reacción es: "Por el contrario..." 

¿Adoptar un enfoque directo sobre los sucesos y las emociones modificó el enfoque estético?
Sentí que me acercaba mucho más a los personajes, especialmente en el bloqueo. Hay más tomas cerradas en los rostros y tal vez menos tomas de seguimiento. En términos formales, quería que la película fuera lo más pura y simple posible.

En tu película, París es muy luminosa pero nunca turística ...
Eso fue importante para mí. Quería evitar cualquier vecindario demasiado asociado con un grupo social en particular. Quería filmar el París intercultural, el París del día a día, una ciudad con la que todos puedan identificarse. Es fabuloso entrelazar personajes de ficción en el tejido de la realidad, sumergir esa pequeña burbuja de ficción en un entorno que simplemente continúa con la vida cotidiana. Me hubiera gustado ir aún más lejos, pero, desafortunadamente, es cada vez más difícil filmar en París y mezclarse con la multitud.

Sin embargo, después de los ataques, hay algunos planos de París, de las barcas del Sena y los turistas, siguiendo alegremente con sus cosas.
Es la sensación de que incluso cuando experimentas una tragedia absoluta, el mundo sigue girando, la vida sigue a tu alrededor. David y Amanda se enfrentan a turistas que les saludan desde un bote que pasa por debajo de un puente. Es brutal y hermoso. Es la vida con sus momentos extraños e incongruencias. En el siguiente plano, estamos en un París vacío, tal y como fue el día después de los ataques del 13 de noviembre.

¿La necesidad de capturar la violencia de nuestro tiempo está enraizada en los ataques de 2015? 
Proviene en parte de los ataques, que encendieron el detonador de la violencia actual. Por extensión, los ataques ahora encajan en una imagen mucho más amplia de un momento en que las personas se atormentan por la falta de referentes y la conciencia de nuestra fragilidad. Tenía varias cosas en mente: dar testimonio del París de hoy; de un niño grande y una niña pequeña que se ayudan mutuamente; de los ataques del 13 de noviembre ... 
Una película está compuesta de elementos que encajan misteriosamente hasta que surge una arquitectura, y una historia se hace necesaria, imposible de eludir.

¿Por qué elegiste crear un ataque terrorista en Vincennes Park?
Me hubiera parecido indecente crear una víctima ficticia de una tragedia real que acabó con tantas vidas y que ha ocupado un lugar en el universo colectivo. Desafortunadamente, es posible que tal ataque ocurra en un picnic en el bosque. Al mismo tiempo, el parque es menos identificable que varias arterias de tráfico importantes en París o el Louvre, por ejemplo.

Filmas muchos paseos en bicicleta y viajes. Después de los ataques, existe la sensación de intentar recuperar lugares bajo nuevas reglas, elevando la seguridad.
Los ataques tuvieron un poderoso impacto en la forma en que las personas ocupan su espacio diario. No quería hacer una película social sobre los ataques, pero necesitaba filmar esa amenaza en una película que pretende testificar sobre las realidades actuales.

Su puesta en escena de la vida diaria es muy precisa pero evita adoptar un enfoque realista o documental.
Ese es mi objetivo: capturar cosas triviales y cotidianas y prestarles belleza, lirismo y poesía. Por ejemplo, en la casa de su hermana, David no duerme en su habitación sino en un sofá cama plegable. A pesar de que él vive allí, es imposible que David tome su cama, especialmente por su hija. Mostrarle desplegando el sofá en la sala de estar fue importante para mí. Ese tipo de actos habla de todos nosotros y a todos nosotros. Al igual que el cepillo de dientes de Sandrine, que tira y luego saca de la basura.

¿Cómo elegiste a Vincent Lacoste para interpretar a David?
En mi primer borrador, el personaje era mayor. Pero hablándolo con mi productor Pierre Guyard, decidimos que la verdad del personaje residía en esa edad exacta, sus veinte años, un adulto muy joven. Entre ese grupo de edad, Vincent Lacoste era la llamada obvia: su rostro, su forma de hablar, su gentileza, su gracia y su belleza ligeramente incómoda e infinitamente conmovedora... Fue un inmenso placer trabajar con él. Es impresionante y aportó una gran ética de trabajo y atención al detalle al proyecto.


¿E Isaure Multrier, que interpreta a Amanda?
Isaure no había actuado en su vida, nuestro director de casting la vio en la calle. Quería encontrar a una niña muy joven y con cara de bebé pero con algo adulto identificable. Creo que los niños que han crecido con un padre soltero poseen una madurez particular. Así que me imaginé a una Amanda con habilidades expresivas y una elocuencia por encima del promedio de la media.

Es la primera vez que un niño juega un papel tan central en una de tus películas. ¿Cómo ha sido tu experiencia?Solo se permite filmar tres o cuatro horas al día con un niño, lo cual tiene un impacto en la dinámica del rodaje. Aparte de eso, más o menos es lo mismo que rodar con un adulto. Y era importante que ese fuera el caso: no quería obtener una actuación manipulada de Isaure. Quería que su risa o sus lágrimas fueran el resultado de un proceso, un viaje, no el resultado de aplicar presión psicológica antes de filmar la escena. Isaure había leído el guion y era perfectamente consciente del tema. Ella tenía un enfoque muy serio y concienzudo de la película. La concentración y la confianza que mostraba fueron muy conmovedoras.
 (Fuente del texto de la entrevista: Pressbook-La Aventura Audiovisual)


TRAILER:

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