viernes, 12 de agosto de 2016

PASTEL DE PERA CON LAVANDA ( 2015 )


EL AMOR EN LA PROVENZA EN MEDIO DE  PLANTACIONES DE PERALES


PRODUCCIÓN: Francia ( 2015 )
DIRECCIÓN: Éric Besnard
INTÉRPRETES: Virginie Efira, Benjamin Lavernhe, Lucie Fagedet, Léo Lorléac'h, Hervé Pierre, Hiam Abbass, Laurent Bateau, Natalie Beder
GÉNERO: Romántica
DISTRIBUIDORA: Surtsey Films
DURACIÓN: 100 minutos

SINOPSIS:
Louise es dueña de una plantación de perales en la Provenza francesa. Desde que su marido murió, se ha tenido que encargar sola de todo el negocio. Sin embargo, el banco amenaza con embargarle el crédito, los clientes desconfían de sus capacidades como agricultora y, por si fuera poco, atropella a un desconocido delante de su casa. Pierre, que así se llama el atropellado, parece ser un tanto especial. Exageradamente ordenado,  desconcertantemente sincero, Pierre es un tipo extraño que disfruta citando número primos. Pierre, de gran sensibilidad, irrumpe estrepitosamente en la vida de Louise, le ayuda, por no decir que incordia, en el mercado vendiendo sus deliciosas peras.
 ( FUENTE: SURTSEY FILMS )
 ( FUENTE CARTEL: SURTSEY FILMS )

CRÍTICA:
El guionista Éric Besnard nos presenta su quinto largometraje como director, un melodrama romántico que se desarrolla en la Provenza francesa. La cinta plantea bastantes asuntos que no termina de desarrollar y se queda en la superficie. El resultado es una película amable, sencilla y fácil de digerir que va dirigida a todo tipo de público ya que se aleja del cine europeo más independiente permitiendo su exhibición en los multicines españoles. 
Todo funciona a nivel visual, partiendo de la elección del lugar en donde se desarrolla la acción, su fotografía y el vestuario, pero la historia se mantiene bastante plana sin grandes giros y termina por aburrir la vida de Louise ( Virginie Efira ) con sus dificultades y su relación de amistad con Pierre ( Benjamin Lavernhe ). 
 

La actriz belga está muy bien, pero no hay química con el personaje masculino cuya labor interpretativa no me termina de convencer en el papel de una persona con síndrome de Asperger y que poco a poco se va introduciendo en la vida privada de la protagonista. Tampoco se aprovecha el asunto culinario para presentarnos la manera de preparar el postre que da título a la película, a diferencia de otras cintas como " Una pastelería en Tokyo ( 2015 ) ".
Su banda sonora también ayuda a mantener el interés en la historia y que sea agradable de ver y entretenga a todo tipo de público, sobre todo a los aficionados al cine romántico.


LO MEJOR: Su calidad visual.
LO PEOR: Demasiado superficial.


CRÍTICAS EN BLOGS Y MEDIOS ESPECIALIZADOS:

José Antonio Alarcón en Séptimo Escenario  6,5 / 10

Francisco Camacho en Habladecine  6 / 10

Fausto Fernández en Fotogramas  3 / 5 

Daniel de Partearroyo en Cinemanía  3 / 5

Ignacio Pablo Rico en Guía del Ocio  3 / 5

José Martín en El Antepenúltimo Mohicano  3 / 5 

Elisabet Pereira en Críticas en 8mm  6,5 / 10

Jordi Costa en El País

Antonio Weinrichter en Abc  2 / 5

Nando Salvá en El Periódico  2 / 5

Boyd van Hoeij en The Hollywood Reporter  3 / 5

Jay Weissberg en Variety  3 / 5 

Nota IMDb:

The Sense of Wonder (2015) on IMDb

Nota Filmaffinity: 6,6 / 10

Días de Cine:

ENTREVISTA AL DIRECTOR:
¿Cómo tuvo la idea de este proyecto?
Una película sensorial; partí de esta idea, de olvidar un poco la narración, provocar un sentimiento. Soy guionista. A menudo para los demás y algunas veces para mis propias películas. Escribo mucho, con distintos propósitos y en distintos géneros, pero siempre con la voluntad de contar una historia, de ser comprendido por aquellos que la ven. Sin embargo, en este caso, quería otra cosa. Algo menos racional. Escribí tras un duelo. Quería trabajar en la detención del tiempo. La permeabilidad emocional.
Resulta que, por motivos familiares, el autismo es un tema que conozco un poco. Mi mujer es psicóloga, por lo que ha trabajado con niños autistas. Ella me contaba anécdotas que me llamaban la atención y me puse a leer sobre el tema. Rápidamente, me pareció que un personaje que padeciera el síndrome de Asperger podría permitirme trabajar en los temas que me interesaban. Un personaje así se encuentra en un estado de hipersensibilidad hacia el mundo. Así debería ser un director de cine. Por lo tanto, si podía reflejar su mirada (o prestarle la mía), podría intentar hacer sentir lo que yo quería transmitir.


¿Escribir el guion fue especialmente complejo?
En primer lugar, me dejé llevar por mi espíritu de guionista. Mientras escribía, comencé a crear una película policiaca. El personaje posee unas características tan excepcionales que exigía de forma natural una intriga complicada. Puede convertirse rápidamente en una especie de súper héroe. Sin embargo, acabé por darme cuenta de que eso no se correspondía con mi proyecto original. Entonces, volví a empezar, construyendo la película con la conciencia de crear un personaje que no evoluciona, es decir, exactamente lo contrario a lo que aconseja el «manual de jóvenes castores» para la creación de guiones. Ninguna curva evolutiva. El personaje es como es. Un bloque. Es la mirada de los demás hacia él la que cambia, en concreto, la de otro personaje con el que podría sentirse identificado el espectador. Por lo tanto, el objetivo se convirtió en hacer evolucionar el punto de vista del espectador sobre el personaje principal. Comprenderle, incluso envidiarle. La diferencia, considerada patológica al principio, se convertiría en una cualidad. Y con un poco de suerte, se transmitiría la permeabilidad del personaje a las maravillas del mundo.
Desde el momento en que mi eje para el guion pasó a ser este, era natural optar por una historia de amor.


¿Se documentó en gran medida?
Leí muchos testimonios y hablé largo y tendido con psicólogos como Chantal Lheureux-Davidse, que, en mi opinión, es una de las personas más apasionantes de las que han trabajado en este campo. No tardé en plantearle las características del personaje tal como yo lo imaginaba, remarcando que, ante todo, quería interesarme por su hipersensibilidad. Le hablé sobre todo de una relación muy fuerte con la naturaleza: quería que mi protagonista fuera un genio matemático, pero que fuera capaz de dejarlo todo para contemplar un rayo de sol durante horas. Porque no hay nada más esencial que eso. Nada más bonito. Las personas que padecen el síndrome de Asperger pueden tener dificultades en sociedad y, por esta razón, desarrollan sistemas de compensación. Sin embargo, poseen algo excepcional: van a lo esencial. Las pequeñas hipocresías del día a día les resultan incomprensibles. Ellos no son hipócritas. No hay juego social. Para ellos, la mentira es imposible, solo supone una pérdida de tiempo.


¿Qué concepción del autismo se forjó usted gracias a la película?
El espectro del autismo es muy amplio y, para la mayoría de las personas a las que el autismo toca de cerca, va acompañado de sufrimiento. Reclusión en uno mismo. Mi personaje padece el síndrome de Asperger, que es algo diferente. Yo me inclinaría a decir que solo hay casos particulares, pero lo que me parece esencial, es luchar contra la idea de que los autistas son insensibles. Por el contrario, son hipersensibles que crean sistemas de supervivencia para poder soportar la realidad. Esto puede conducirles a encerrarse totalmente en sí mismos. Nosotros solemos acostumbrarnos y ya no vemos la realidad como es, pero hay que reconocer que vivimos en un mundo muy agresivo.
Esto también trata de decirlo la película. La sensibilidad no es una tara, y cuanto más desarrollados están nuestros sentidos, más magnífico… y violento nos parece el mundo.


La singularidad del protagonista genera relaciones amorosas inusuales.
Lo que me interesaba era tener dos personajes principales que no pudieran tocarse. Y construir una relación amorosa a partir de ahí. En una comedia romántica, la naturaleza del obstáculo es el motor de la historia: clases sociales, razas, religiones… Sidney Poitier cena en casa de sus futuros suegros blancos, Gene Tierney se enamora de un fantasma, Natalie Wood canta su amor a un Jet, un joven hombre lobo ama a una joven vampiro, etc. Con esta película, tenía un obstáculo formidable.
Podía inscribirme en el género de la comedia romántica aportando mi subjetividad porque la propia esencia del obstáculo generaría su estilo. Esperaba que eso pudiera provocar una erótica diferente. Mezcla de contención y sobresensualidad. No se tocarían, pero se mirarían las manos. Porque él tocaría todo lo demás. Él toca. Él acaricia. Cuando terminé el guion, me vino a la cabeza la película STARMAN de Carpenter, en la que un extraterrestre descubre el mundo y el amor, y sus reacciones son como las de un niño. Justas. Honestas. Mi personaje es honesto, franco, directo. No está interesado en el dinero y nunca miente. Es un extraterrestre…


¿Cómo definió a los personajes principales?
En él, era la hipersensibilidad lo que me interesaba: es un ser permeable al mundo, en el sentido positivo y negativo. Es lo que nosotros deberíamos ser y, sin embargo, no dejamos de protegernos. Eso podía proporcionarme tanto belleza como dolor.
Frente a este hombre frágil, necesitaba una mujer fuerte. Rápidamente, me dije que iba a optar por una viuda que hubiera heredado algo que no deseara. Tiene problemas con sus hijos y su ocupación, que no le gusta. Ahora bien, a pesar de su dimensión patológica, este hombre sorprendente va a solucionar sus problemas y, poco a poco, la manera en que ella le ve a él cambia, mientras que él no se mueve un ápice: es la mirada femenina y, por lo tanto, la del espectador, la que evoluciona. Hacía falta que ella fuera como nosotros, que lidiara con la realidad. Elegí su trabajo (arboricultora) porque, puesto que quise hablar de la relación con la naturaleza y la belleza del mundo, me pareció interesante tener un personaje que vive mal la naturaleza, que la padece. Deseaba que ambos tuvieran perspectivas opuestas sobre la naturaleza desde el principio.


El héroe parece también reconectar a los niños con la tierra y el espacio donde viven.
El personaje de Pierre vive siempre en el presente. Los niños son muy sensibles a eso. Ellos saben si se está con ellos o se está pensando en otra cosa. Esto también ocurre en las relaciones de seducción. Vivir el momento, estar plenamente con el otro. En algún lugar leí que ese era el gran poder de Marlon Brando; siempre daba la impresión de estar al cien por cien con él o ella, de escuchar. En un género diferente, Pierre también tiene esta capacidad. Este hombre fuera de lo común reconecta a cada uno con la persona que es y con el lugar en que se encuentra. Devuelve las ganas de estar presente. Gracias a él, estemos donde estemos, podemos estar orgullosos del lugar en que estamos. Él rechaza la constante huida hacia delante.


Los personajes secundarios también están muy trabajados.
Me pareció que el vecino debía ser muy real, muy «normal», con todos sus defectos: cuando decide comprar las tierras de Virginie Efira, no se trata solo de cinismo. Su razonamiento es lógico. Ambos serán más fuertes si aúnan sus fuerzas. Él es un aliado. Una solución. Yo quería que fuera un personaje positivo… ¡solo que su competencia resulta ser un súper héroe!
Pierre no podía salir de ninguna parte. Le hacía falta un nido, un entorno protector que también pudiera parecer una jaula de oro. Por eso la librería, un espacio atemporal y lugar de cultura. Y, en la librería, un librero. Un hombre honesto. El mentor de nuestro personaje principal, el que le ha permitido llegar hasta aquí, el que le conoce y sabe que ocurre algo diferente. Su protegido se ha enamorado.
Y también quería que hubiese una psicóloga. Ella aparece para decidir el futuro del personaje. Para trazar la línea entre lo normal y lo patológico (misión imposible por naturaleza). Pero me gustaba la idea de que ella intentara entrar en contacto con él. Intenta comprenderle (yo tenía numerosos relatos de este tipo de conversación), sin embargo, a pesar de su bagaje, acaba reconociendo que se siente superada porque es otra persona la que ha logrado crear un vínculo con Pierre. Los sentimientos no se gobiernan. Ante todo, quería que cada uno de los personajes tuviera razón a su manera. Tienen puntos de vista diferentes, pero ninguno es el malo. ¡Adiós a la novela policiaca!


La presencia de la naturaleza, y sobre todo de los árboles, es esencial.
Hace algunos años, escribí un guion titulado L’arbre et l’épée (el árbol y la espada) que trataba de la relación entre un hombre y un árbol en el siglo XIII. Esta película sigue siendo mi santo grial. No sé si algún día la rodaré, pero recoge una dimensión seminal. Me interesa mucho la figura del árbol en sus múltiples dimensiones mitológicas. En esta historia, simboliza principalmente las raíces. Me gustaba esta gran escena de arranque. Me parece muy significativa.
El árbol también permite evocar la situación de los huertos y agricultores. Creo que un arboricultor tiene una dimensión patrimonial. Un árbol frutal esculpe el paisaje, pero están desapareciendo de nuestros campos a causa de la globalización y la rentabilidad. El árbol es salvaje, nutritivo y gráfico. Destruirlo es atacar a la belleza del mundo.


¿Creó a los dos protagonistas con los actores en mente?
No. Dicho esto, yo adapto los personajes a la realidad de mis intérpretes. Vuelvo a escribir mi guion varias veces y lógicamente tendría que haberlo reescrito más veces si no hubiera contado con actores que se integrasen tan bien.
Para el personaje principal masculino hice numerosas pruebas, pero cuando encontré a Benjamin Lavernhe, no hubo ninguna duda. Tenía que trabajar con él, a pesar de ser desconocido. Defendí la idea ante mis productores, que confiaron en mí. Estaba convencido (y sigo estándolo) de que era mejor que el actor no fuera conocido. El papel era susceptible de atraer a una estrella, pero me daba miedo que costara olvidarla. Mantuve varias conversaciones con Benjamin y le expliqué que, sobre todo, no quería ir en la dirección de RAIN MAN. Le mostré BIENVENIDO MISTER CHANCE para enseñarle que había otras direcciones de trabajo, y le propuse otra: la permeabilidad. El personaje es permeable a todo lo que le rodea: ruidos, luces, tonos de voz… Benjamin es una verdadera esponja emocional. A partir de ahí, mi trabajo consistía en asegurarme de que siguiera en dicho estado del primer al último día de rodaje.


¿Cómo se le ocurrió Virginie Efira?
Teniendo en cuenta que quería un desconocido para el papel masculino, necesitaba a alguien conocido para la mujer. Además, ella es el personaje con el que el espectador debería sentirse identificado. Alguien con empatía. Puesto que Pierre es especialmente sensible a la belleza del mundo, la mujer de la que se enamorase no podía ser poco agraciada, sino más bien guapa. Pero hacía falta que fuera creíble con un par de botas en los pies y en un entorno rural. Tenía dos o tres nombres en la cabeza. Encontré a Virginie, a quien no conocía. No tengo mucho mérito por haberla elegido porque es evidente que tiene un lado terrestre y entero que corresponde exactamente al papel. Adoro a esta mujer. ¡Se puede ser hermosa y real a la vez!


¿Por qué eligió rodar en la Drôme provenzal?
El guion evocaba árboles frutales, lavanda, campos de trigo y girasoles. En otras palabras, necesitaba una región solar. También hacía falta que yo pudiera materializar la luz, ya que el personaje principal es sensible a ella. A fuerza de buscar localizaciones, descubrí la Drôme provenzal.


¿Cuáles eran sus elecciones de luz y entorno?
No quería salirme de los colores de la naturaleza y quería conservar una paleta sencilla, rechazando los efectos de publicidad o saturación. Rápidamente, decidí que el protagonista iba a ver el mundo a través de unas gafas de sol polarizadas, que aumentan los contrastes de colores sin desnaturalizarlos. Por este motivo, hacía falta que la imagen fuera un poco más definida que en la realidad. Más precisa. Por otro lado, quería intentar materializar la luz. Por eso trabajamos en equipos reducidos. No es nada caro tratar de obtener el plano correcto a hora correcta, pero para lograrlo hay que poder ser reactivo y, por lo tanto, ser pocos. Por último, trabajamos mucho a contraluz, frente al sol.


¿Cuál era su intención con respecto a la música?

Es mi tercera película con el mismo músico, Christophe Julien. Hemos probado nuevas experiencias cada vez. Me gusta esta colaboración en el tiempo porque permite plantearse retos diferentes. Creo que él estaba entusiasmado con la idea de hacer algo que nunca había probado. En teoría, yo quería un Philip Glass para hacer que, de alguna manera, la música fuera un himno a la naturaleza y que se percibiera la composición matemática de la música, como en las fugas de Bach. No tardamos en inclinarnos por el esbozo de un piano en suspensión: conservé la idea original a lo Philip Glass, vertiginosa, sobre las peregrinaciones del héroe. Conservé el poder del mundo para esos momentos. 

( FUENTE: SURTSEY FILMS )
  
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