MADRES CORAJE
PAÍSES: Marruecos-Francia-Bélgica (2019)
DIRECCIÓN: Maryam Touzani
AÑO Y LUGAR DE NACIMIENTO DE LA DIRECTORA: 1980, Tánger (Marruecos)
INTÉRPRETES: Lubna Azabal, Nisrine Erradi, Douae Belkhaouda, Aziz Hattab, Hasnaa Tamtaoui
GUIONISTAS: Maryam Touzani, Nabil Ayouch
FOTOGRAFÍA: Virginie Surdej
GÉNERO: Drama
PRODUCCIÓN: Ali n' Productions, Les films du nouveau monde, Artemis Films
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Karma Films
DURACIÓN: 98 minutos
PREMIOS: 10 premios, incluyendo uno en el Festival de Chicago de 2019
AÑO Y LUGAR DE NACIMIENTO DE LA DIRECTORA: 1980, Tánger (Marruecos)
INTÉRPRETES: Lubna Azabal, Nisrine Erradi, Douae Belkhaouda, Aziz Hattab, Hasnaa Tamtaoui
GUIONISTAS: Maryam Touzani, Nabil Ayouch
FOTOGRAFÍA: Virginie Surdej
GÉNERO: Drama
PRODUCCIÓN: Ali n' Productions, Les films du nouveau monde, Artemis Films
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Karma Films
DURACIÓN: 98 minutos
PREMIOS: 10 premios, incluyendo uno en el Festival de Chicago de 2019
En la Medina de Casablanca, Abla, viuda y madre de una niña de ocho años, regenta una modesta tienda de repostería tradicional marroquí. Su rutina diaria se ve interrumpida un día por la llegada de Samia, una joven embarazada que llama a su puerta buscando trabajo y un techo donde dormir. La niña acepta a la recién llegada desde el primer momento, pero su madre no quiere acoger a una extraña en su casa. Abla ni se imagina lo que este encuentro fortuito del destino puede cambiar sus vidas.
(Fuente de la sinopsis, el cartel y las imágenes: Karma Films)
(Fuentes de la información de la película: Filmaffinity, Karma Films, IMDb)
CRÍTICA:
Maryam Touzani ha vivido el cine desde muchas perspectivas, ha sido periodista especializada, guionista, actriz y ahora debuta en la dirección. Su ópera prima relata una historia real que ocurrió bajo el techo de sus padres. Todo lo que vemos es muy particular y volvió a la memoria de la directora cuando ella misma se convirtió en madre. La película participó en la Sección Oficial del Festival de Cine de Valladolid en el año 2019.
Con solo tres personajes a la directora le basta para contarnos una historia dura y cruel. Abla tiene una pequeña pastelería en la ciudad de Casablanca, el negocio lo tiene dentro de su propia casa, es viuda y vive junto a su hija pequeña. El día a día es complicado, debido a las dificultades económicas y al vivir sola con una niña pequeña en una sociedad tan machista. Un día Samia llama a su puerta, es joven, busca trabajo y encima está embarazada.
La película nos muestra a dos mujeres que se enfrentan a la vida en su expresión más cruel y bella a la vez. Las dos tienen una fuerza interior muy grande y se nota que han sufrido mucho en sus vidas. La amistad, el nivel de supervivencia, la compasión y la fortaleza son muchos de los aspectos que presenta la película.
En mi opinión la cinta fluye muy bien en todo momento, no dejará indiferente a ningún espectador y pienso que es mucho más profunda y sensible de lo que aparenta. En estos tiempos y tal y como está la cartelera, podemos decir que estamos ante una buena película y que merece la pena ser vista.
Puntuación: 7/10
LO MEJOR: Las interpretaciones de las dos protagonistas
LO PEOR: Le cuesta un poco arrancar.
(Crítica escrita por Christopher Laso)
CRÍTICAS EN BLOGS ESPECIALIZADOS:
Christopher Laso en Habladecine
Pedro de Frutos en Estrenos de Cine
Pedro de Frutos en El Ónfalos
Pedro de Frutos en Coveralia
Ricardo Pablo López en Destino Arrakis
Arnau en Cinezin
Susana Peral en La Estrategia de Caracol
PODCASTS:
DÍAS DE CINE:
Conociste a la mujer que te inspiró para el personaje de Samia ¿Cómo fue ese encuentro?
Fue hace 17 años, en Tánger, en mi familia. Mi padre y mi madre habían acogido en casa a una joven embarazada de ocho meses que huía de su pueblo porque no estaba casada, lo que desgraciadamente en ese momento e incluso todavía hoy, es un crimen a los ojos de la ley marroquí. Ya éramos una familia de cinco hijos, todos criados en el respeto a los demás. Mis padres dieron la bienvenida a esta joven y le proporcionaron un techo, sin hacer preguntas y sobre todo sin abrumarla a pesar de lo que su estado representaba a los ojos de la sociedad. Para el parto fue un poco más difícil. Mi padre, que era abogado, se las arregló para que todo saliera bien, tanto en el hospital como en el futuro. Mis padres intentaron ayudarla a encontrar diferentes opciones para que pudiera cuidar a su hijo. Incluso a través de las monjas de Tánger que conocíamos muy bien porque mi abuela era católica. Pero ella quería entregar a su hijo para volver a casa de sus padres y pasar página. Nosotros teníamos que respetar su elección y procurar que todo saliera bien. Mis padres fueron bastante valientes y, al mismo tiempo, muy humanos. Por eso y por muchas otras cosas, los admiro. Pero lo que me impresionó de por vida fue la desesperación y la dignidad de esta joven madre.
Más que eso. Nabil, que es productor de la película, me animó desde el principio. El paso del cortometraje al largometraje es un momento bastante especial y no sabía si estaba preparada. Pero Nabil estaba ahí para animarme, para hacerme creer en mí misma. Me sentí apoyada y comprendida todo el tiempo y esa es una muy buena sensación. Nabil es un hombre que me inspira. Admiro su sensibilidad, inteligencia y búsqueda de la verdad. Tuve la suerte de tener su mirada y su benevolencia. Sin embargo, una de las cosas más admirables de Nabil es haber permanecido en su lugar de productor, sin intentar nunca influir o actuar sobre mi manera de hacer la película. Aunque siempre estaba ahí, la clave fue darle los medios que como productor necesitaba, para yo poder hacer la película que quería hacer. He aprendido mucho sobre el rodaje en las últimas películas que hicimos juntos. Viniendo del periodismo, para mí, los años pasados en el plató con él representaron una auténtica escuela de cine. Verdaderamente Nabil ha sido mucho más que un productor. Y además compartimos una pasión común: la pasión por el ser humano.
Sí, opciones, parcialidades, abstracciones que nunca deben perder de vista lo real… Adam es una historia que se inspira en lo real, que se inscribe en lo real, pero cuya narración y los personajes están liberados de esa realidad ya que la película no sucede en una familia como la mía sino en otro status social. Tampoco sucede en Tánger como la historia original, sino en Casablanca, una ciudad con el encanto de sus contradicciones (modernidad y tradición, suciedad y belleza) pero sobre todo extremadamente inspiradora.
Porque es un barrio que me gusta mucho. Amo a sus habitantes, sus callejuelas laberínticas que me conozco de memoria pero que no dejan de sorprenderme. Me encanta perderme en ella, en sus olores, sus rostros, su ambiente. Esta Medina destila una forma de verdad humana muy lejana a las postales. Es una especie de ciudad dentro de la ciudad, casi un pueblo, aislado de ruidos ensordecedores de la ciudad nueva, aunque sus callejones rebosan vida. Yo quería en esta película alejarme de ese mundo exterior, aunque manteniéndome anclada a esa sociedad que condiciona el destino de mis personajes. También quería contar la historia de las mujeres que, a su manera, intentan separarse del mundo sin poder escapar de sus reglas. Para mí, la historia de estas dos mujeres, de este encuentro, de lo que son y en lo que se convierten, está en el centro de lo que he querido contar. De ahí el deseo de hacerlas evolucionar en un entorno casi privado, como en un escenario de teatro, con una ventana al mundo.
¿Cómo fue el trabajo de los decorados, los encuadres y la luz?
La casa, para mí, constituye un verdadero personaje en la película asi que, en realidad, buscaba algo más que un decorado. Buscaba un espacio donde los personajes pudieran evolucionar también en paralelo. Realmente, buscaba una casa con alma. Y esta antigua casa la tenía. Trabajé mucho con Pilar Peredo, la decoradora jefa, para preservar esta alma. Cada detalle tenía una importancia vital. El trabajo sobre la elección del mobiliario, las paredes, los materiales o la composición de los colores lo hicimos junto a Virginia Surdej, la Directora de Fotografía. Siempre me ha fascinado el trabajo de Caravaggio, Vermeer o De La Tour, y esta inspiración encontró una forma de expresión en la dirección de fotografía de Virginia. Para contar este Adam, queríamos dar a ciertas escenas un aspecto muy pictórico, casi bíblico en sus tonos y en sus colores. En cuanto a los cuadros, hemos ido a buscar encuadres sencillos y formales que, ante todo, cuenten la profundidad de la relación entre Abla y Samia, que den tiempo al tiempo, que permitan a los personajes dictar su propio ritmo cuando sea necesario. He querido que mi cámara esté al servicio de lo que expresan, pero también que las observe a veces, que se «desprenda» de ellas, que se alimente de sus vidas y de sus momentos de interioridad. Quería que penetraran en sus almas, a través de los gestos más pequeños, más insignificantes, ir a buscar debajo de la piel de estas dos mujeres, cavar para hacer brotar su verdad a la imagen, dejar hablar a sus silencios. En el patio, en las habitaciones, la luz se vuelve más clara, más penetrante, a medida que los lazos se tejen y los humores se desatan.
La casa, para mí, constituye un verdadero personaje en la película asi que, en realidad, buscaba algo más que un decorado. Buscaba un espacio donde los personajes pudieran evolucionar también en paralelo. Realmente, buscaba una casa con alma. Y esta antigua casa la tenía. Trabajé mucho con Pilar Peredo, la decoradora jefa, para preservar esta alma. Cada detalle tenía una importancia vital. El trabajo sobre la elección del mobiliario, las paredes, los materiales o la composición de los colores lo hicimos junto a Virginia Surdej, la Directora de Fotografía. Siempre me ha fascinado el trabajo de Caravaggio, Vermeer o De La Tour, y esta inspiración encontró una forma de expresión en la dirección de fotografía de Virginia. Para contar este Adam, queríamos dar a ciertas escenas un aspecto muy pictórico, casi bíblico en sus tonos y en sus colores. En cuanto a los cuadros, hemos ido a buscar encuadres sencillos y formales que, ante todo, cuenten la profundidad de la relación entre Abla y Samia, que den tiempo al tiempo, que permitan a los personajes dictar su propio ritmo cuando sea necesario. He querido que mi cámara esté al servicio de lo que expresan, pero también que las observe a veces, que se «desprenda» de ellas, que se alimente de sus vidas y de sus momentos de interioridad. Quería que penetraran en sus almas, a través de los gestos más pequeños, más insignificantes, ir a buscar debajo de la piel de estas dos mujeres, cavar para hacer brotar su verdad a la imagen, dejar hablar a sus silencios. En el patio, en las habitaciones, la luz se vuelve más clara, más penetrante, a medida que los lazos se tejen y los humores se desatan.
Crecí comiendo rziza, una antigua repostería tradicional hecha a mano de una manera muy laboriosa. Hoy en día apenas se encuentran excepto durante el ramadán y fabricada de manera industrial Para mí, traer la rziza a esta película es una forma de rendirle homenaje, y de rendir homenaje a todas esas cosas que constituyen nuestra identidad y que estamos poco a poco perdiendo. La rziza es también para mí una manera de detenerme en cosas que considero importantes, de no tener miedo de tomarme el tiempo necesario. Adam es una película de ambientes, de sensaciones, donde se entra por la imagen y el sonido en el cuerpo de estas dos mujeres, de la misma manera que sus manos se mezclan amasando. El trabajo de amasar la pasta es algo que he elegido para filmar de una manera orgánica, sensual, casi carnal, porque para mí es parte integrante de los personajes. La alimentación y su preparación son un elemento clave del encuentro entre estas tres generaciones de mujeres.
En una de las calles de la Medina filmas a tres adolescentes, dos de ellas con velo y la tercera con el cabello al viento…
La realidad de las jóvenes marroquíes hoy en día es la convivencia, a veces explosiva, del pañuelo y el no pañuelo. Pero ello no impide que estas tres chicas sean jóvenes, hermosas y les guste reir. Suelo estar muy atenta a este tipo de detalles que me conmueven y creo que son muy reveladores. En la película, a veces, podemos encontrarlos en las relaciones hombre/ mujer. Por ejemplo, a través del personaje secundario pero primordial de Slimani, el repartidor de harina, interpretado por Aziz Hattab. Es un buen hombre, que seduce amablemente a Abla, la dueña de la tienda, pero sin pesadez ni ambigüedad malsana. Más allá de todo, la ama y la respeta en un país como Marruecos, donde una viuda tiene a veces mucho que luchar para sobrevivir a los ojos de la sociedad, con mujeres que ven en ella una rival, y hombres que a menudo ven en ella una mujer fácil y accesible.
En la escena en que Abla recuerda la muerte de su marido, hay una frase muy dura: “la muerte no pertenece a las mujeres…”
Sí, por aquí la presión social impide que las mujeres vivan el luto que ellas quisieran. Por ejemplo, una mujer no tiene derecho a ir al cementerio el día del funeral, sólo tres días después. No importa si es el funeral de un hijo, una madre o un padre. Es la sociedad la que elige, y las mujeres se doblegan a ello en el dolor y el silencio. Es simplemente repugnante.
Sí, por aquí la presión social impide que las mujeres vivan el luto que ellas quisieran. Por ejemplo, una mujer no tiene derecho a ir al cementerio el día del funeral, sólo tres días después. No importa si es el funeral de un hijo, una madre o un padre. Es la sociedad la que elige, y las mujeres se doblegan a ello en el dolor y el silencio. Es simplemente repugnante.
Porque a mí no me importa. Lo que quiero contar es la relación de Samia con este niño que ella «sufre» durante su embarazo y durante su llegada al mundo. Me interesa mostrar cómo termina por imponerse a ella porque su instinto maternal se despierta muy a su pesar. No quería que la juzgáramos, ni para bien ni para mal. Ella es víctima de un hombre que le prometió matrimonio o que concibió a este niño en una aventura de una noche, no importa. Lo que a mí me importa es el presente, lo que siente, su verdad, el vínculo con este niño y el futuro que les espera.
Cuando amas a tus personajes como yo amé a los míos, a veces es difícil imaginar quién los interpretará. Me preocupaba el momento del casting porque sabía lo complicado que iba a ser para mí. Al principio, para el papel de Samia, comencé a buscar entre madres solteras, sobre todo a través de asociaciones, porque pensé que habría una parte de verdad que se derivaría de su experiencia. Pero pronto me di cuenta de que esto podría ser demasiado pesado, demasiado difícil de llevar para ellas así que me puse en contacto con actrices profesionales. Cuando conocí a Nisrin Erradi, fue obvio. Era cruda en sintonía con sus emociones. Había algo poderoso y extremadamente sensible que salía de ella. A Lubna Azabal la admiraba desde hacía tiempo sobre todo por su papel en Incendies. Fue ella la que llamó pidiendo leer el guión. Yo estaba buscando una actriz en Marruecos y no había pensado en ella. Luego nos vimos, y hablamos del personaje, de su fragilidad, sus fisuras, sus resistencias.
Hicimos improvisaciones, le di la réplica, y me di cuenta de que llevaba consigo la verdad que buscaba para interpretar a Abla. Las dos actrices desarrollaron una especie de creencia brutal y completa en sus personajes. Pasaron tiempo en la Medina, aprendiendo sobre la realidad de estas mujeres, impregnándose de ella. Nisrin pasó mucho tiempo con madres solteras también, escuchándolas y observándolas. Y luego aprendieron a trabajar la masa y a hacer pasteles tradicionales. Pasaban entre dos y tres horas al día aprendiendo repostería. Para mí, era esencial. Quería que este contacto con la materia, con la masa y con los personajes fuera auténtico. Para el papel de Warda, la niña, me presentaron a muchos niños, pero ninguno me enamoró. Estábamos a un par de semanas del rodaje, y estaba empezando a preocuparme. Y entonces un día, mientras hacía una búsqueda en la Medina, me encontré con tres niñas que corrían por el callejón donde estábamos. Una de ellas era Douae Belkhaouda. Cuando se volvió hacia mí, algo pasó. Traté de verla de nuevo. Al principio era muy tímida, y todo el mundo me decía que estaba loca, que nunca podría soportar el rodaje de un largometraje. Pero resultó ser de una madurez y una sensibilidad asombrosas. Al final del rodaje, me dijo que siempre había soñado con ser actriz, pero que sus padres le decían que dejara de soñar.
Sí, Warda es una leyenda en el mundo árabe. Aunque parezca raro descubrí realmente a Warda durante la escritura. No sé cómo, ni por qué, pero la canción de la película, «Batawaniss Bik», que conocía remotamente, vino a mí. La escuchaba una y otra vez. La encontraba tan poderosa y tan bella y dura al mismo tiempo. La letra dice “Querer la presencia en la ausencia” y se me venía a la cabeza la vida de Abla, su huida, su negativa a aceptar la terrible ausencia del ser amado, como si hubiera sido escrita por ella o para ella. No puedo escucharla sin llorar. Pero a la vez es un canto de esperanza. Preguntarse qué se puede hacer con la terrible ausencia de los demás y cómo reconstruir sobre la base de esta ausencia. Es a través de esta canción que Abla se enfrentará a la vida de nuevo.
Espero que su proyección dé lugar a discusiones y aporte su granito de arena a los debates sobre las libertades individuales, sobre los derechos de la mujer y su lugar en la sociedad. Que ayude a desatar las lenguas y a acompañar este trabajo admirable que Asociaciones feministas han liderado durante décadas. Creo que, para cambiar las leyes, primero hay que cambiar las mentalidades y la mirada de una sociedad y, francamente, siento que estamos en un momento de nuestra historia contemporánea que llama a este cambio, sin rodeos, y que la sociedad no sólo está preparada, sino que lo reclama. El caso de esta periodista, Hajar Raissouni, acusada y condenada a una pena de prisión por haber tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio y haber abortado, y luego todo el movimiento de apoyo que siguió para lograr su liberación, están aquí para atestiguarlo. Sitios, peticiones, debates, manifestaciones…
Las mujeres marroquíes ya no están dispuestas a ceder. Reclaman el derecho a la igualdad, el derecho a disponer de su cuerpo. Las generaciones jóvenes se mezclan y se unen a las antiguas. Es algo nunca visto y es realmente muy conmovedor. Espero también, de todo corazón, que la joven que inspiró a Adam vea la película y que esto le dé consuelo, que sepa que nunca la he olvidado, que esta película le dará quizás esperanza y valor. A pesar de estas luchas, ser madre soltera es todavía una de las peores cosas que puede suceder a una mujer en la actualidad en Marruecos, incluso en las clases sociales educadas o llamadas modernas. El número de niños abandonados por madres solteras es aterrador. Una madre soltera que da a luz en un hospital puede ser condenada a prisión. Su destino está en manos de un juez, generalmente un hombre, que decidirá. En los tribunales, son siempre las mujeres las que a priori deben justificar sus agravios. La responsabilidad de los hombres nunca se cuestiona. Pero Marruecos es un país joven y me atrevo a esperar que esta película pueda contribuir a hacer que las cosas cambien.
En árabe moderno, para decir “ser humano” se dice “Beni Adam”, es decir “hijo de Adán”. El niño que viene al mundo en la película es ante todo un ser humano, es la génesis, el origen. Creo que, si volviéramos al inicio, si fuéramos conscientes, pero realmente conscientes, de que cada hombre ha sido parido por una mujer, eso arreglaría muchas cosas. Es nuestra parte de humanidad y el derecho a la dignidad lo que quiero cuestionarme.
(Fuente del texto de la entrevista: Pressbook-Karma Films)
pero el final fue ese?. la chica se fue? no supieron de ella y si dejo en adopcion al bebé?
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