domingo, 9 de febrero de 2020

SOLO NOS QUEDA BAILAR (2019)


TRADICIÓN, BAILE Y ESCÁNDALO NACIONAL


PAÍSES: Suecia-Georgia-Francia ( 2019 )
TÍTULO ORIGINAL: Da cven vicekvet
DIRECCIÓN: Levan Akin
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 4 de Diciembre de 1979, Estocolmo (Suecia)
INTÉRPRETES: Levan Gelbakhiani, Bachi Valishvili, Ana Javakishvili, Giorgi Tsereteli, Tamar Bukhnikashvili, Marika Gogichaishvili, Kakha Gogidze, Levan Gabrava, Ana Makharadze, Nino Gabisonia, Mate Khidasheli, Aleko Begalishvili, Nia Gvatua, Lucas Hesling, Ketie Danelia, Giorgi Aladashvili
GUIONISTA: Levan Akin
FOTOGRAFÍA: Lisabi Fridell
MÚSICA: Zviad Mgebry, Ben Wheeler
GÉNERO: Drama
PRODUCCIÓN: AMA Productions, RMV Film, Inland Film, French Quarter Film, Takes Film, Sveriges Television, Svenska FilminstitutetLa Région Île-de-France, L'Aide aux Cinémas du Monde, Konstnärsnämnden 
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Avalon Distribución
DURACIÓN: 106 minutos
PREMIOS: 19 Premios, incluyendo dos en la Seminci de Valladolid y dos en el Festival de Sevilla de 2019



SINOPSIS:
Merab ha entrenado desde joven en el grupo de danza nacional de Georgia con su compañera de baile Mary. Su mundo se ve fuertemente sacudido con la llegada de Irakli, quien pronto se convierte en su mayor rival y deseo. En este entorno conservador, Merab se ve obligado a liberarse y arriesgarlo todo.
 (Fuente de la sinopsis y el cartel: Avalon Distribución)
 (Fuentes de las imágenes: Avalon Distribución, IMDb)
 (Fuentes de la información de la película: Filmaffinity, Avalon Distribución, IMDb)


CRÍTICA:
La verdad es que poco o nada conocemos de la danza georgiana, por lo menos un servidor. La película en que hoy nos centramos toca ese tema, y nos muestra una historia universal sobre el descubrimiento del amor homosexual, las ansias de libertad y la necesidad de romper cadenas. La película está dirigida por el director sueco de origen georgiano Levan Akin, quien tuvo que dirigir la cinta entre fuertes medidas de seguridad y cuya proyección creó una gran polémica.
Ya desde su primera película empezó a sonar en los diferentes festivales del mundo. Su ópera prima fue “Certain People”, que se presentó en el Festival de cine de Tribeca. Su segundo largometraje fue “El Círculo” estrenado en el Festival de Cine de Berlín. Ahora nos trae su tercer trabajo “Solo nos queda bailar”, que tuvo su presentación en La quincena de Realizadores de Cannes. Aquí en nuestro país formo parte de la Sección Oficial del Festival de Cine de Valladolid donde obtuvo el premio al Mejor Actor.


Para poner un poco en contexto la historia que se nos cuenta debemos saber una serie de curiosidades. Levan Akin nació en Suecia, después de que sus padres emigraran desde Georgia. Volvió a la tierra de sus antepasados para dirigir una película sobre la importancia de ser libres. Una gran referencia para la cinta fue cuando el director asistió en Tiflis, fue en 2013, a un desfile del orgullo Gay que se topó con el ataque directo de miles de personas espoleadas por la iglesia ortodoxa. Ni siquiera la capital se libra de la homofobia de un país en el que hay tres emblemas de la identidad nacional: La iglesia, los bailes tradicionales y su canto polifónico tradicional.
La cinta se centra en Merab, un prometedor bailarín de la Compañía Nacional de Danza de Georgia que trata de masculinizar al máximo su técnica mientras se enamora del nuevo compañero del grupo, Iraki, y descubre que es Gay. La homosexualidad no solo es un tabú social, sino también motivo de expulsión de la compañía, por lo que es preferible mantenerlo en secreto, como le aconseja su compañera de baile desde la infancia. El mayor problema es que la mejor forma que tiene Merab para sentirse libre es enamorarse.



La película funciona a tramos, cuando aparece en escena el joven bailarín es cuando vemos los mejores momentos, el guion tiene muchas lagunas y cuando empiezan a producirse todos los conflictos baja mucho el interés de la cinta. La película tiene un objetivo claro y eso lo consigue, trata de enfrentar la tradición a la modernidad, poner de manifiesto la brecha generacional que se produce en el país entre los defensores de sus tradiciones y quienes beben desde pequeños de la cultura propia de la globalización. La película se deja ver y se pasa un buen rato, pero también se olvida muy fácilmente.
Puntuación: 6/10


LO MEJOR: Los bailes del actor protagonista.
LO PEOR: Varias lagunas del guion.

(Crítica escrita por Christopher Laso)

CRÍTICAS EN BLOGS ESPECIALIZADOS:

José Antonio Alarcón en Séptimo Escenario

Christopher Laso en Habladecine

Pedro de Frutos en El Ónfalos

Pedro de Frutos en Coveralia


Alberto Tovar en Demasiado Cine

Ricardo Pablo López en Destino Arrakis

Gilberto Cornejo en Los Lunes Seriéfilos



PODCASTS:




DÍAS DE CINE:

NOTAS DEL DIRECTOR:
Polifónico tradicional y la danza tradicional nacional. 
El protagonista al que acompaño durante la película se llama igual que yo, Levan, y es bailarín. Yo también bailaba cuando era más joven y me imaginaba siendo él en otra vida. Me he entrevistado con muchos bailarines y todos me han hablado de lo conservadora y estricta que es en cuanto al género la danza georgiana, por eso decidí ambientar la historia en este entorno. La danza georgiana representaría lo antiguo y el floreciente amor entre dos de los bailarines, lo nuevo. Con esta película me encuentro de verdad volviendo a mis raíces como cineasta, trabajando de manera orgánica: la vida real de las personas que dan vida a los personajes y lo que está pasando en Georgia hoy en día afectan a la historia. La evolución es constante. Cuenta una historia sobre la juventud LGTBI+ y sobre sus problemas a pequeña escala, pero también, a mayor escala, expone la historia y la situación actual de Georgia. Esta película no es únicamente una mirada interesante hacia una parte del mundo que no mucha gente conoce, también es una historia sincera sobre la importancia de ser libre. 
 (Fuente del texto:Pressbook-Avalon Distribución)


ENTREVISTA AL DIRECTOR:
Eres descendiente de georgianos pero vives en Suecia. ¿Cómo surgió este proyecto? 
En 2013, unos chavales valientes quisieron hacer un desfile por el Orgullo en Tiflis, en Georgia, y fueron atacados por una multitud de miles organizada por la Iglesia ortodoxa. Vi esto y sentí que tenía que abordar el tema de algún modo. 

La fluidez y la sensualidad de la dirección son impresionantes. ¿Podrías hablarnos un poco sobre el rodaje? ¿Hubo alguna dificultad? 
Ha sido mi primera vez dirigiendo en georgiano, que no lo hablo con fluidez, y he trabajado con actores que no son actores en localizaciones reales. Todo está basado en historias reales que he ido recopilando y todo está en constante evolución. La fase de documentación fue muy extensa. Viví con los protagonistas y los grabé con mi propia cámara, por eso hemos labrado una relación tan cercana, tan íntima. No había barreras, no ha sido forzado, ha salido de manera totalmente natural. 

¿Cómo abordasteis los castings? ¿Puedes hablarnos de los actores y decirnos por qué los escogiste? 
Hice muchas entrevistas durante la fase de documentación y conocí entonces a gente que aparece en la película. A Levan Gelbakhiani, que interpreta a Merab, lo descubrí por Instagram. Es bailarín y le pedí que escribiera algo sobre sí mismo y que, cada vez que nos viéramos, me lo leyera. Poco a poco, entablamos una relación de confianza y me inspiré en su entorno y en su vida. Conocí a Bachi Valishvili, que interpreta a Irakli, en uno de los castings y le hicimos actuar con Merab. Hubo química al instante. Además, nos enteramos de que había bailado danza georgiana durante 7 años. «Quería explorar cómo un encuentro puede hacerte valiente y libre» 

¿Vuelves a menudo a Georgia? ¿Qué sientes con respecto las generaciones jóvenes que crecen allí? 
Con este proyecto he vuelto muchas veces. Mis padres llegaron a Georgia procedentes de la diáspora turca y yo nací en Suecia, así que íbamos mucho cuando era pequeño, en la etapa Soviética. He visto Georgia de muchas formas desde entonces. La generación joven de ahora es como la de cualquier otro lugar del mundo: todo está globalizado y crecen con la misma cultura popular. Sin embargo, en Georgia existe una brecha enorme entre esta generación y la generación anterior que vivió durante la Unión Soviética. 

¿Tienes la impresión de que la gente, en todo el mundo, se va haciendo más tolerante con las cuestiones de género y sexualidad? 
Sí y no. En ciertos aspectos, parece que estemos yendo hacia atrás en algunos países europeos. Es el análisis que yo hago, pero parece que los extremos se están polarizando cada vez más en todo el mundo. 

¿Puedes contarnos un poco más sobre la cultura de la danza tradicional georgiana que se retrata en la película? ¿Cómo de importante es esta danza en la cultura de Georgia? 
Tiene un papel muy importante. Todos los niños y niñas en Georgia van a clases de baile desde pequeños. Es igual que, por ejemplo, el karate, que en Japón tiene un papel muy relevante en la cultura. La inclusión de la danza georgiana en la película nace de una de las entrevistas que hice con un bailarín georgiano. Además, sé por mi propia familia que el baile ha tenido siempre un papel fundamental en la historia y la cultura de Georgia. Yuxtaponer la danza georgiana tradicional con la «nueva» fue la opción evidente para la película. Al principio, fuimos ingenuos y pedimos apoyo al prestigioso Ensemble Sukhisvhilebi y que contribuyesen en la película aportando bailarines, etc. Nos dijeron de inmediato que la homosexualidad no existía en la danza georgiana y nos pidieron que nos fuésemos. El director de la compañía llamó a todas las demás para «advertirles» sobre nosotros. Este encuentro nos resultó muy frustrante y complicó mucho más nuestro trabajo. Tuvimos que trabajar con mucho secretismo y bajo presión. Teníamos hasta guardaespaldas durante el rodaje.

¿Cómo fue producir en Georgia, teniendo en cuenta tus vínculos con el país, y dado que tu principal experiencia profesional procede de producciones suecas? 
Fue interesante, sin duda. Me di cuenta de lo sueco que soy, en realidad. Pero, una noche que estuvimos grabando hasta tarde, mi frialdad escandinava se desvaneció, y todo el equipo quedó encantado porque dejé salir mi lado georgiano. En Suecia hay una cultura de consenso, pero en Georgia la diferencia de opiniones y los ánimos enardecidos son la norma. 

Se trata de una historia de amor universal. ¿Puedes hablarnos un poco sobre cómo encontraste el equilibrio entre una temática universal y lo que hace que esta historia sea, al mismo tiempo, muy diferente de lo que ya se ha visto? 
Para mí, la situación actual de Georgia y de otros países de la antigua Unión Soviética en este momento es muy delicada. Cada país es diferente, claro, y en el caso de Georgia, los arraigados valores tradicionales tienen mucho peso en la situación actual. Los valores occidentales se ven como una amenaza para las viejas costumbres georgianas. Y, para un país que ha sido conquistado una y otra vez a lo largo de los siglos, mantener su identidad cultural se convierte en una cuestión de supervivencia. El idioma georgiano, su antiguo alfabeto, la cultura vinícola y gastronómica, etc. son de gran importancia para ellos. Con esta película, pretendo mostrar que, aunque uno se abra y se mueva en una dirección diferente, puede seguir manteniendo sus tradiciones.
 (Fuente del texto de la entrevista: Pressbook-Avalon Distribución)


TRAILER:


(CRÍTICA DE CHRISTOPHER LASO)

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