jueves, 27 de junio de 2019

LA BIBLIOTECA DE LOS LIBROS RECHAZADOS (2019)


EL ENIGMA EN CROZON


PAÍSES: Francia-Bélgica (2019)
TÍTULO ORIGINAL: Le Mystère Henri Pick
DIRECCIÓN: Rémi Bezançon
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 25 de Marzo de 1971, París (Francia)
INTÉRPRETES: Fabrice Luchini, Camille Cottin, Alice Isaaz, Bastien Bouillon, Josiane Stoléru, Astrid Whettnall, Marc Fraize, Hanna Schygulla
GUIONISTAS: Rémi Bezançon, Vanessa Portal
BASADA EN: La novela homónima escrita por David Foenkinos, y publicada en 2017
FOTOGRAFÍA: Antoine Monod
MÚSICA: Laurent Perez Del Mar
GÉNERO: Comedia
PRODUCCIÓN: Mandarin Production, France 2 Cinema, Scope Pictures, Région Ile-de-France, Gaumont, Canal+, Cine+, France Télévisions, Entourage Pictures
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: A Contracorriente Films
DURACIÓN: 100 minutos



SINOPSIS:
En un pueblo de la Bretaña existe una peculiar biblioteca que alberga libros rechazados por las editoriales. Una joven editora visita el lugar y descubre una novela magistral. Su autor es alguien llamado Henri Pick, un cocinero de una pequeña pizzería ya fallecido. Según su viuda, Pick jamás leyó un libro y lo único que escribió en su vida fue la lista de la compra. ¿Quién era en realidad Henri Pick?
 (Fuente de la sinopsis: A Contracorriente Films)
 (Fuente del cartel e imágenes: Image.net-A Contracorriente Films)
 (Fuentes de la información de la película: Filmaffinity, A Contracorriente Films, IMDb, Wikipedia)


CRÍTICA:
El cine francés sigue produciendo películas sencillas, convencionales y que tienen bastante éxito entre el público medio, y uno de los ejemplos es el sexto largometraje del guionista y director Rémi Bezançon, un experto en comedias dramáticas, además de una notable película de animación, "Zarafa (2012)", y varios cortometrajes. 
La propuesta está basada en una novela reciente de gran éxito en su país escrita por el también cineasta David Foenkinos, con un guion escrito por el propio Bezançon junto a Vanessa Portal.
La historia se inicia con un prólogo que se desarrolla en un plató de televisión, con una entrevista que terminará con la carrera profesional de Jean-Michel Rouche, que posteriormente decide acudir a la bretaña para investigar por su cuenta un enigma planteado sobre esa biblioteca que acoge los libros rechazados por las editoriales. 


La película va mezclando diferentes géneros, pasando de la comedia al suspense, pero siempre sin profundizar en exceso en los asuntos planteados, sino haciéndolo de manera sencilla y accesible, para facilitar el visionado de la película por los fans de las producciones francesas actuales. Uno de los motivos del éxito de esta propuesta es la presencia de Fabrice Luchini en el papel protagonista, que vuelve a estar magnífico en un personaje como el de Jean-Michel Rouche que le viene como anillo al dedo a su capacidad interpretativa, moviéndose con una gran naturalidad, con unos diálogos ágiles, y con mucho sentido del humor e ironía. El más de 10 veces nominado a los premios César en diferentes apartados interpretativos es el protagonista absoluto de este relato, y el resto del reparto se mueven a su alrededor de manera correcta, sin destacar en exceso.


La película tiene elementos adicionales que hacen que mantengas el interés, entre los que podemos citar la belleza de la localización geográfica en donde se desarrolla la historia, en la población de Crozon situada en la bretaña francesa, y sobre todo la banda sonora compuesta por Laurent Perez Del Mar, alegre y presente en los momentos más importantes de la trama sin excederse.
El problema personal que tengo con esta película es que me gustan los momentos de humor, y el planteamiento inicial del asunto de suspense en la investigación personal del protagonista en esa localidad francesa, pero no comparto la evolución de ese enigma, en una especie de una novela de Agatha Christie, con un desenlace bastante decepcionante. La película no aburre, pese a que no hay sorpresas en el desarrollo de la trama y que tampoco es arriesgada a nivel formal. 
Una película muy fácil de recomendar al público medio, y sobre todo a los que disfrutan con el cine francés sencillo y convencional.


LO MEJOR: La actuación de Fabrice Luchini.
LO PEOR: El desarrollo de la investigación sobre la biblioteca por parte del protagonista, y sobre todo desenlace de este enigma.

CRÍTICAS EN BLOGS ESPECIALIZADOS:

Luis Arrechea en Habladecine

Pedro de Frutos en El Ónfalos

Pedro de Frutos en Coveralia

Ricardo Pablo López en Destino Arrakis

Yolanda Aguas en Cinet Farö

@SihayaKynes en Cine de Patio




PODCASTS:





DÍAS DE CINE:

ENTREVISTA CON EL DIRECTOR Y LA GUIONISTA:
Es la segunda vez que adapta una novela. ¿Por qué ésta en particular? 
Rémi Bezançon: Me interesó el principio de la investigación literaria, un género híbrido bastante inesperado. Además, tras cuatro películas más bien introspectivas, tenía ganas de cambiar de universo, había llegado al final de un ciclo. Al acabar el libro de David Foenkinos, se lo pasé a Vanessa, con quien coescribo los guiones.  
Vanessa Portal: De pronto, me encantó esa idea tan visual de una biblioteca de libros rechazados, ese refugio para los manuscritos que los editores no han querido, un homenaje a Richard Brautigan, autor que adoro.

¿Cuál fue el enfoque para la adaptación?
R.B.: Si hubiéramos adaptado la novela tal cual es, con su multiplicación de personajes, el resultado hubiera sido una película coral. Hemos preferido concentrarnos en uno de ellos, el del crítico literario Jean-Michel Rouche, a quien encarna Fabrice Luchini. En el libro no aparece hasta la mitad de la narración. Hemos optado por convertirlo en el personaje principal y que sea él quien lleve la investigación. Es una variante de la misma historia, otro punto de vista.
V.P.: Uno de los resortes cómicos del film está en el hecho de que este personaje no es un investigador profesional, lo que lo lleva a equivocarse las más de las veces.  Sospecha de todos, y para sostener sus sospechas se inventa motivos para cada uno que no tienen nada que ver con la realidad.
R.B.: Así es, se hace permanentemente sus películas; esta impostura literaria hace que su imaginación vuele. Se trata de una forma de mise en abîme de la ficción.

¿A qué desafíos han tenido que enfrentarse?
V.P.: Principalmente, justo el de la investigación. Los mecanismos del suspense se resisten a ser aprehendidos. Pero jugar con los códigos del polar nos pareció tanto más lúdico cuanto que en esta historia no hay ni cadáver ni policía. Es un whodunit en el que no se busca «quién es el asesino» sino «quién es el escritor».
R.B.: Inicialmente, la investigación no era sino un MacGuffin para nosotros, como hace Hitchcock –por otro lado, se ve un fragmento de Los 39 escalones en la película–, o como en Misterioso asesinato en Manhattan, de Woody Allen. No era más que un pretexto para hacer que nuestra pareja de detectives evolucionara. Tanto más exultante cuanto que se evidencian perfectos aficionados que no hacen sino contradecirse todo el tiempo. 

Pero un MacGuffin no representa nada normalmente, no posee valor simbólico alguno. Ahora bien, en la película lo que está en juego es un libro...
R.B.: Cierto, un libro es un objeto en cierta manera más significativo que un microfilm o una maleta llena de billetes. Nos ha permitido evocar directamente nuestro principal tema, la frontera inconstante que separa ficción de realidad.
V.P.: También nos importa la relación de los personajes en el libro, de qué manera una ficción puede insinuarse en la realidad y cambiar el curso de las cosas. La novela de Henri Pick, “Les Dernières Heures d’une histoire d’amour”, deshace cuando menos dos parejas, crea una tercera y acaba por ayudar a una inconsolable viuda a superar el duelo.  
R.B.: Mi principal desafío, finalmente, consistía en escenificar una paradoja: perseguimos la verdad, pero sobrevivimos gracias a las ilusiones que creamos.  

La cinta apunta con ironía la importancia de la promoción en el recorrido de un libro...
R.B.: La historia de un libro no es suficiente, también es necesario contar la historia en torno al libro. «La novela de la novela», como dice Rouche. La narración. De hecho, el marketing ¡hace la ficción exponencial! 
V.P.: Podemos divertirnos, como lo hacemos en la película, al imaginar que una editorial como Albin Michel decide publicar a un autor rechazado treinta y dos veces tan sólo para evitar salirse de las tendencias. Asimismo podemos inquietarnos. Cuando las leyes del marketing ya se entrometen en la selección de los textos, el riesgo de uniformización y de degradación cualitativa se hace real.  
R.B.: Los editores, como los productores por cierto, han de ser para los autores interlocutores apasionados en lo artístico, eso me parece esencial. El cine es un arte colectivo.  

¿Cuándo le pusieron rostro al personaje principal?
R.B.: Mientras leía el libro ya visualizaba a Fabrice Luchini en el papel.
V.P.: Le enviamos el guión y respondió en menos de una semana. Estábamos tan contentos que escribíamos con su foto sobre el escritorio. 
R.B.: Luego nos vimos, discutimos, y nos reímos lo nuestro.  

¿Y por lo que respecta al personaje de Joséphine que interpreta Camille Cottin?
R.B.: Fabrice tuvo la ocasión de actuar con Camille en la serie Dix pour cent, y le encantó la experiencia. Por mi parte, la he dirigido en mi film previo, Nos futurs. Todos deseábamos trabajar de nuevo juntos. Era pues obvio elegirla.  


¿Cómo fue para el resto del reparto? 
R.B.: Para el papel de la joven editora Daphné Despero, buscaba a una actriz que pudiera expresar a un tiempo inocencia y misterio. Alice Isaaz posee ese aire de rubia hitchcockiana, enigmática, inasible. En cuanto a Bastien Bouillon, supo fundirse con gran inteligencia en su papel de compañero de ella, un joven escritor sin suerte. Por lo que se refiere al resto de personajes, me incliné más bien por actores de origen teatral: Josiane Stoléru, Vincent Winterhalter, Florence Muller, el humorista Marc Fraize. Y tuve el inmenso privilegio de que Hanna Schygulla, la musa de  Fassbinder, aceptara participar. Finalmente, para todos los personajes de Crozon, di con actores bretones que aportaron mucha autenticidad en las escenas rodadas en el Finisterre bretón. La península de Crozon resulta un lugar sublime, un personaje más de la película. Como dice Jean-Michel Rouche: «Allá se siente la fuerza de los elementos».

Es su primera colaboración con Fabrice Luchini, ¿cómo se han preparado? 
R.B.: A lo largo de los tres meses que precedieron el rodaje, me telefoneaba todos los días: «¿Tienes cinco minutos?» Y ahí que iba: «Secuencia 48...» Me interpretaba la escena encarnando todos los papeles. De todos modos, la preparación lo es todo. Junto con mi equipo, siempre disponíamos un storyboard y varios moodboards sobre los que reagrupar nuestras intenciones, nuestras inspiraciones; ello nos permitía  armonizar nuestra visión del film con anticipación. Una vez delimitado el aspecto técnico, me siento más libre para concentrarme en la dirección de los actores.

¿Qué esperaba de sus actores? 
R.B.: Ritmo. En la comedia, es fundamental. Lo único que Billy Wilder indicaba a sus actores era: «¡Más rápido!» Camille y Fabrice crean una pareja muy enérgica. Sin caer tampoco en el exceso. Creo que una interpretación contenida ofrece al espectador un espacio para sentir las propias emociones. El papel del presentador televisivo Jean-Michel Rouche, un hombre de letras apasionado bastante próximo a Fabrice Luchini, hacía esta reserva tanto más necesaria. Fabice me dijo: «No quiero estar todo el tiempo al máximo. En ciertas escenas me mantendré alejado». Dejar lo mejor a sus compañeros es más que elegante, es inteligente. También Camille ha privilegiado la sobriedad al apoyarse en la escucha y las miradas. Tiene esa capacidad de modular su interpretación instintivamente y puede pasar de la comedia al drama con una soltura inusitada.

¿Les ha permitido improvisar con frecuencia?
R.B.: Sí, ¡Por supuesto! Con tal que no alterara la psicología de los personajes o su arco narrativo. El guión es una base que necesito reencontrar en el montaje, pero si dispongo de algunas improvisaciones logradas tanto mejor. Cuando en el curso de la emisión literaria, Fabrice cualifica a un invitado como «etnólogo del erotismo», las palabras son suyas. También la glosa sobre Marguerite Duras. Es una suerte trabajar con actores a los que les gusta crear accidentes o jugar con el entorno. En la escena en los jardines de Joséphine Pick, el balido de cabra que se oye no estaba en absoluto previsto. Espontáneamente, Fabrice añadió una réplica a propósito de ello, le dice a Camille con aire inquieto propio de un parisino perdido en el campo: «¿Tiene una cabra?» En fin, el problema estuvo en que todo el mundo rió tanto que se hizo imposible usar la toma. Tuvimos que rehacerla. Y cuando Juan, mi ayudante de  dirección, imitó la cabra para estimular a Fabrice, Camille tuvo la idea de responder: «No, es Juan, ¡el macho cabrío del vecino!» 

¿Les dio referencias que les ayudaran a crear la pareja? 
R.B.: Justo antes de iniciar el rodaje, Fabrice me propuso ver Bonne Chance! de Sacha Guitry. Había captado perfectamente el tono de los combates a los que iban a librarse Camille y él. Su alquimia fue inmediata, lo que no hace sino contribuir inestimablemente a sus interpretaciones.  

Como a sus personajes, ¿hay algún libro que haya alterado sus vidas?
V.P.: “Le Blé en Herbe”, de Colette. Mi amiga de infancia me lo prestó. Fue la primera novela que leí, además de libros juveniles y cómics. Así me sumergí en la literatura, con toda la obra de Colette, que siempre me asombra.  
R.B.: “Les Contemplations”, de Victor Hugo. Esta recopilación de poemas épicos me hizo soñar. Al desarrollar un imaginario que va lejos, Victor Hugo desarrolló el mío. De él viene mi gusto por las palabras. Las suyas son poderosas y precisas.

¿ Cómo les gustaría que el público saliera de la sala ? 
R.B.: Con una sensación placentera. 
V.P.: Y con ganas de leer un buen libro, al aire libre, al sol.  
 (Fuente del texto de la entrevista: Dossier de prensa-Image.net-A Contracorriente Films)


TRAILER:



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