miércoles, 30 de octubre de 2019

COMPORTARSE COMO ADULTOS (2019)


LA CRISIS ECONÓMICA EN GRECIA


PAÍSES: Francia-Grecia (2019)
TÍTULO ORIGINAL: Adults in the Room
DIRECCIÓN: Costa-Gavras
FECHA Y LUGAR DE NACIMIENTO DEL DIRECTOR: 12 de Febrero de 1933, Loutra-Iraias (Grecia)
INTÉRPRETES: Christos Loulis, Alexandros Bourdoumis, Ulrich Tukur, Josiane Pinson,Valeria Golino, Daan Schuurmans, Christos Stergioglou, Themis Panou,Aurélien Recoing, Vincent Nemeth, Cornelius Obonya, Francesco Acquaroli,Georges Corraface, Colin Stinton, Adrian Frieling, Kostas Antalopoulos
GUIONISTA: Costa-Gavras
BASADA EN: La novela homónima escrita por Yanos Varoufakis en 2017
FOTOGRAFÍA: Giorgos Arvanitis
MÚSICA: Alexandre Desplat
GÉNERO: Drama
PRODUCCIÓN: Wild Bunch, Odeon, France 2 Cinema, K.G. Productions, Canal+
DISTRIBUIDORA EN ESPAÑA: Wanda Films
DURACIÓN: 124 minutos



SINOPSIS:
En "Adults in the room" está en juego una tragedia humana.
Se trata de un tema universal: una historia de personas atrapadas en una red inhumana de poder.
La despiadada sucesión de reuniones del Eurogrupo, que imponen a Grecia la dictadura de la austeridad y que ignoran cualquier signo de humanidad y compasión.
Una trampa claustrofóbica sin salida que ejerce una presión brutal sobre los protagonistas que acaban dividiéndose.
Una tragedia en el sentido de la antigua Grecia, donde los personajes no son ni buenos ni malos, sino que se ven arrastrados por las consecuencias de su concepto de lo que deben hacer.
Una tragedia de plena actualidad.

 (Fuente de la sinopsis, el cartel y las imágenes: Wanda Films)
 (Fuentes de la información de la película: Filmaffinity, Wanda Films, Festival de San Sebastián, IMDb, Wikipedia)


CRÍTICA:
El veterano Costa-Gavras fue un gran director en sus inicios y durante varias décadas, cuando hacía buen cine que sabía mezclar thrillers con denuncia social. Con el paso de los años sigue manteniendo su idea central en cada una de sus nuevas propuestas, pero por algún motivo a esas historias le faltan intensidad y profundidad y, salvo alguna excepción como "El capital (2012)", son películas con buenas ideas, aunque poco novedosas, pero mal desarrolladas. Siempre nos quedará ese cineasta europeo que durante las décadas de los 60, 70 y 80 sacó adelante unas magníficas películas como "Z (1969)", "La confesión (1970)" o "Desaparecido (1982)". 
Su nuevo proyecto se presentó en el pasado Festival de cine de Venecia, en una proyección de la sección oficial fuera de concurso, y de manera merecida fue uno de los protagonistas del pasado Festival de cine de San Sebastián al recibir uno de los tres premios Donostia (el primero en entregarse, durante la gala de inauguración) del pasado Zinemaldia, con la proyección de este largometraje.


La película comienza bastante bien, pero que con el paso de los minutos va perdiendo fuerza, y termina aburriendo en su segunda mitad, porque sus diálogos son muy intelectuales y centrados en datos económicos y en situaciones sociales de la Unión Europea y un país como Grecia en estado de desintegración. El otro problema de la película es que está basada en una historia real bastante reciente, y cada uno de los giros de la trama no sorprenden porque tuvieron su repercusión en los medios de comunicación, con lo que al menos a nivel personal fui por delante del desarrollo de la propuesta. 
El director se posiciona de un lado del conflicto, y lo hace de manera clara, y eso tiene lógica teniendo en cuenta su ideología que nunca ha ocultado, y que siempre ha estado presente en su cinematografía, pero que en otras ocasiones ese maniqueísmo quedaba ocultado ante un guion y un desarrollo de la trama muy bien trabajados. Pero el principal motivo por el que la película toma partido por un de las dos partes, en este caso por la del gobierno griego y Yanos Varoufakis, es que está basada en la novela escrita por este último en 2017, en donde cuenta su visión personal de lo vivido en esos años en donde Grecia estaba sometida al control exhaustivo de la Unión Europea.


Entre los elementos positivos destaco los momentos de sátira, que en el fondo quiere criticar a los altos cargos de la Unión Europea, y que funcionan bastante bien, sobre todo en las apariciones de Varoufakis y en una coreografía final muy acertada y que puede servir como resumen de lo que pretende contar Costa-Gavras. La música de Alexandre Desplat, sin ser el mejor trabajo del compositor francés, sirve para amenizar el visionado, sobre todo en las escenas de tono cómico, aunque en algunos momentos puede resultar algo repetitiva. 
Una película decepcionante teniendo en cuenta el talento del director europeo, que a sus 86 años sigue dirigiendo largometrajes, y que puede gustar a los que desconocen el caso real y estén interesados en los movimientos de los poderes de la Unión Europea para imponer sus reglas a países que se salgan de las reglas establecidas.


LO MEJOR: Su sentido del humor e ironía. El baile final.
LO PEOR: Su excesiva duración. El desarrollo de la historia no sorprende al estar basada en un hecho real reciente.

CRÍTICAS EN BLOGS ESPECIALIZADOS:

Santi Abad en Habladecine

Pedro de Frutos en El Ónfalos

Pedro de Frutos en Coveralia


PODCAST:

 


ENTREVISTA AL DIRECTOR:
¿Cómo se le ocurrió hacer esta película?
Me parecía evidente y necesario.
Cuando reflexionamos sobre la crisis económica griega más de diez años después de su estallido en 2008, da la impresión que olvidamos que los responsables de esa crisis son los gobiernos que habían dirigido el país casi 30 años, es decir, Nueva Democracia (derecha) y el PASOK (socialista). Ambos partidos permitieron que se acumulara, por incompetencia y/o espíritu de clientelismo, una gigantesca deuda de 320.000 millones.
Una deuda imposible de pagar. Mientras tanto, Francia y Alemania vendían sin ningún escrúpulo sus productos, automóviles y otros, muy en particular los que fabricaba su industria militar, a un país que sabían que estaba sobreendeudado.
Y mientras tanto, la Comisión Europea hacía la vista gorda.
En 2015, Michèle produjo una película en Salónica en plena crisis del cierre de los bancos griegos. Fue entonces cuando, el 14 de julio, me envió una entrevista con Yanis Varoufakis en el New Statesman con un comentario lapidario: «Aquí hay una película».
Desde el comienzo del estallido de la crisis, me pareció que el país estaba entrando en un largo y dramático periodo, uno más desde su fundación como Estado-Nación en 1821. La idea de una película surgió cuando comprendí la trampa de empobrecimiento e impotencia en la que estaban atrapados la mayoría de los griegos.


Pero para hacer una película se necesita una historia y un guion.
Sí. ¿Pero sobre qué? ¿Sobre los engañados o sobre el engaño?
En 2008 me puse a recopilar toda la información disponible sobre Grecia, en griego, en francés y en inglés. Había buenos análisis, pero también contradicciones, tergiversaciones, ataques violentos y muchos aspectos oscuros.
La Comisión Europea y su apéndice, el Eurogrupo, estaban cada vez más involucrados en lo que se estaba convirtiendo en un enfrentamiento abierto con Grecia. Se convirtió en una guerra declarada después de la llegada al poder del partido radical de izquierdas Syriza, de su primer ministro Alexis Tsipras y de su ministro de finanzas Yanis Varoufakis.
Cada vez me parecía más claro que la prioridad de la Comisión y de su Eurogrupo era salvar a los bancos alemanes y franceses. Y no para ayudar al pueblo griego, sino para castigarlo por haber llevado al poder a unos izquierdistas. Cualquier preocupación sobre lo que le estaban infligiendo al pueblo había desaparecido.
Su inesperada resistencia, con las propuestas del gobierno griego y de su ministro de Economía, desencadenó una tormenta de críticas y una avalancha de odio, verbal y escrito, que se vieron acompañadas de la negativa a negociar y la obligación a someterse. De lo contrario, Grecia salía del Euro.
Seguí de cerca estos acontecimientos apasionantes y peligrosos donde el conflicto iba más allá del ámbito de la economía. La violencia política, el odio al otro, los prejuicios y la xenofobia, la corrupción de las ideas se intensificaban cada vez más. En la abundante documentación que había reunido constaba todo esto y mucho más. Los protagonistas, las víctimas, los líderes ocultos de esas situaciones dramáticas…


¿Pero cómo se elabora un guión a partir de ese aluvión de información?
Me recordaba a la historia del niño que ve un gran bloque de mármol en el taller del escultor. Cuando regresa después de un tiempo, ve la cara de una mujer preciosa en el bloque. «¿Cómo sabías que estaba ahí dentro?», le pregunta entonces al escultor.
Yo sabía que había un guión encerrado en aquellos archivos… ¿pero cuál?


Entonces, ¿cómo consiguió crear un guión con su «bloque de documentación»?
El mensaje de Michèle y el artículo me llevaron a Varoufakis, sobre el que tenía ciertos prejuicios como resultado de las cosas negativas que toda la prensa escribía sobre él. Mis prejuicios desaparecieron cuando dimitió como ministro del gobierno de Tsipras tras el triunfo del NO en el referéndum -61%- contra el diktat de la Comisión de someterse a las condiciones del rescate.
Varoufakis había aceptado la voluntad del pueblo mientras el Parlamento votaba de forma contundente (73%) a favor del SÍ después de que Alexis Tsipras aceptara el MoU, el «Memorandum of Understanding», un marco normativo intocable para la Comisión y el Eurogrupo.
En resumen, el pueblo había sido derrocado. Varoufakis no lo aceptó.
Así que quise conocerlo. En el verano de 2015, fuimos a verlo con Michèle en la isla de Egina, a él y su esposa Danae. Hablamos durante un larguísimo fin de semana. Me explicó con gran detalle los cinco meses y doce días que había pasado en el gobierno de Tsipras y sus negociaciones con el Eurogrupo.
Me hizo escuchar las grabaciones que había hecho, a modo de denuncia, durante las reuniones del Eurogrupo en Bruselas, en Riga y en otros lugares, y durante sus conversaciones con Wolfgang Schäuble, el todopoderoso ministro alemán de Finanzas. Me dio a leer las notas de sus reuniones con personalidades, sobre todo con Alexis Tsipras.
Al final de esa primera reunión, me contó su plan para escribir un libro sobre su experiencia de outsider convertido en un insider de la política. Seguimos en contacto y acordamos que me enviaría los capítulos de su libro a medida que los fuera escribiendo.
Por mi parte, yo estaba escribiendo mi biografía mientras seguía de cerca los acontecimientos en Grecia. El 31 de octubre de 2016, recibí los tres primeros capítulos de su libro, y a finales de diciembre algunos otros. Finalmente, en marzo de 2017, recibí la totalidad de los capítulos, el prefacio y el epílogo.
Yo llevaba pensando en la estructura del guión desde nuestro encuentro. Decidí explorar la trampa, pero sin descuidar a los atrapados. Tenía un hilo conductor centrado en las reuniones del Eurogrupo. Y para los diálogos, las grabaciones que me había hecho escuchar. Terminé mi biografía y comencé a trabajar en el guión.


¿Yanis Varoufakis participó en el guión?
Por principio, no trabajo con los autores de los libros que adapto.
En lo que respecta a este proyecto, le pedí a menudo a Yanis Varoufakis detalles técnicos y económicos para comprobar y completar algunas escenas del guión y para comprender ciertas situaciones propias de ese laberinto que es la economía. 



¿Sigue sintiéndose griego?
No olvidamos nunca el país donde nacimos. Sobre todo si ese país es Grecia. Salí huyendo del país porque a los jóvenes de mi clase social sólo les ofrecía una vida de sumisión en una teodemocracia.
Como inmigrante, Francia me permitió superar todos mis sueños. Mi sentido de la “identidad griega” volvió surgir cuando los coroneles tomaron el poder. Mi forma personal de resistencia fue rodar ”Z”.
Hace diez años, la crisis griega, al sumergir al país en la misma situación que me había hecho salir de allí, me llevó de forma natural a expresar de nuevo mi rabia. El resultado es “Adults in the Room”.

Tiene una carrera internacional. ¿Por qué decidió rodar la película en Grecia y con griegos?
¡Pero no rodamos sólo en Grecia ni sólo con griegos! Lo hicimos en París, Londres, Bruselas, Frankfurt, Berlín, Riga… De hecho, reconstruimos las sesiones del Eurogrupo en Atenas porque nuestros actores griegos, todos ellos actores de teatro, no podían ausentarse quince días seguidos.
Había dos posibilidades para la película. Una económicamente más eficiente: toda en inglés con “estrellas» que encarnaran a Yanis Varoufakis y Alexis Tsipras. Otra, en inglés y en griego, sin estrella internacional ya que ningún actor «taquillero» habla griego.
Elegimos la solución económicamente más difícil pero la única aceptable, tanto en el plano artístico como político. Encontramos en Grecia y en toda Europa el reparto perfecto. Decidimos que cada personaje importante de la película estuviera representado por un actor de la nacionalidad del personaje.


¿Era importante tener actores que se parecieran a sus personajes?
No he hecho una recreación. Pero me pareció importante respetar ciertas características como la edad, la altura o la corpulencia.
La película es una reflexión sobre acontecimientos reales, adaptados y que respondieran a la lógica cinematográfica, con sus limitaciones de tiempo y espacio. Lo que me interesa es el significado de los hechos, no la anécdota. En esta historia, lo importante es la aventura humana. Cómo estos acontecimientos afectan la vida política, social y económica de la sociedad y no sólo a la de Grecia.
Es una elección personal y política. Se trata de una tragedia. No sé quién dijo: «La política es la economía, la economía es la tragedia». Me enfrenté a personajes y situaciones de una tragedia donde todos tienen razón, o más bien sus propias razones. La vida privada de los personajes no tenía ni cabida, y tampoco tenía interés. Lo importante es lo que él o ella representan, lo que él o ella defienden, y por último su capacidad de empatía, la firmeza de sus convicciones, su voluntad y su determinación.


¿Se reunió con líderes europeos?
No quise reunirme con el resto de los participantes de esta historia. Todos habrían tenido su versión, probablemente autohagiográfica. Sus escritos, entrevistas y grabaciones fueron suficientes.
Pero es cierto que algunos quisieron reunirse conmigo.
Klaus Regling, Director General del MES (Mecanismo de estabilidad europeo) vino a vernos a París.Me comentó que el libro de Varoufakis era tendencioso… el informe del Tribunal de Cuentas Europeo sobre «La intervención de la Comisión en la crisis financiera griega» -muy crítico con el papel de la Comisión y del Eurogrupo- lo habían escrito «economistas europeos incapaces de comprender la situación en su conjunto”…
… la declaración de Pierre Moscovici en Corriere della Sera según la cual «En el caso griego, no hubo democracia en el Eurogrupo» fue irresponsable y prescindible…
Otros, como Pierre Moscovici, Jean-Claude Juncker, Mario Centeno, el nuevo presidente del Eurogrupo, e incluso Jeroen Dijsselbloem, su predecesor, reconocen hoy, directa o indirectamente, que no hubo democracia en el Eurogrupo durante el caso griego.
Es esa tragedia, todavía sin cerrar, lo que cuento en “Adults in the Room”.

 (Fuente del texto de la entrevista: Pressbook-Wanda Films)


TRAILER:



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