sábado, 4 de junio de 2016

FRANCOFONIA ( 2015 )



EL LOUVRE: PASADO Y PRESENTE


PRODUCCIÓN: Francia ( 2015 )
DIRECCIÓN: Alexander Sokurov
INTÉRPRETES: Louis-Do de Lencquesaing, Vincent Nemeth, Benjamin Utzerath, Johanna Korthals Altes, Jean-Claude Caër, Andrey Chelpanov
GÉNERO: Documental
DISTRIBUIDORA: Wanda Visión
DURACIÓN: 87 minutos

SINOPSIS:
FRANCOFONIA cuenta la historia de dos hombres extraordinarios, el director del Louvre Jacques Jaujard y el oficial de la ocupación nazi, el Conde Franziskus Wolff-Metternich -enemigos y después colaboradores- cuya alianza sería fundamental para salvar los tesoros del museo. FRANCOFONIA explora la relación entre el arte y el poder, el museo del Louvre como ejemplo vivo de la civilización, y lo que el arte nos dice de nosotros mismos a pesar de estar sumidos en uno de los conflictos más sangrientos de la historia.
 ( FUENTE: WANDA VISIÓN ) 
 ( FUENTE CARTEL: WANDA VISIÓN )

CRÍTICA:
Alexander Sokurov dirige un nuevo documental, en este caso una producción francesa que se introduce en las entrañas del Museo del Louvre para contarnos su historia y su importancia durante las guerras mundiales. No se puede negar que el director ruso hace un cine diferente y original, pero esas propuestas tan arriesgadas, sobre todo a nivel estético, no siempre funcionan, ya que no son fáciles de entender ni siquiera por los aficionados al cine europeo más independiente.
En este caso, a diferencia de su obra maestra " El arca rusa ( 2001 ) ", emplea el género documental y no una verdadera película con entidad propia y su principal error es que se queda corto en la duración del proyecto, queriendo contar muchas cosas en menos de 90 minutos, lo que no sucedía en su obra magna citada anteriormente en donde había creado una historia paralela mientras nos enseñaba las obras del interior del museo del Hermitage en San Petesburgo, empleando un tiempo superior a las 3 horas, lo que era necesario para contarnos tantas cosas interesantes y no quedar como unas pinceladas sin desarrollar de la historia del museo francés como sucede en este documental.


Los primeros minutos son magníficos a nivel técnico, con un inicio en donde nos presentan a un capitán de barco cuya historia relata el propio Sokurov mientras la cámara va ascendiendo lentamente hasta situarse por encima de los tejados de París buscando el Louvre. A Sokurov no le interesan mostrarnos el funcionamiento actual del museo ni siquiera sus obras, a diferencia de otros " National gallery ( 2015 ) " y otros documentales sobre lugares culturales, sino que contarnos la perspectiva de lo sucedido en la 1ª guerra mundial, y sobre todo en la 2ª, con imágenes en blanco y negro de la posición del museo y su influencia en esos conflictos bélicos, teniendo en cuenta que Hitler había dado la orden de expropiar todas las obras de arte de los países que invadía el  nazismo. 


Algunos personajes que aparecen en cuadros cobran vida para explicarnos algunos aspectos históricos, y en la parte final se centra en Jaujard ( director del museo durante la 2ª guerra mundial ) y Franziskus Wolff-Metternich ( oficial de ocupación nazi ). Este último termina siendo el salvador de las obras de arte desobedeciendo al dictador, pero ese hecho histórico tampoco está bien tratado y se aborda con ciertas frases de esos personajes y la voz en off de Sokurov narrando la historia. Hay un abuso de ese recurso narrativo, necesario en ciertos momentos, pero no durante casi todo el relato.


Lo que cuenta es interesante, pero se queda corto y falta mucho para que el espectador comprenda lo sucedido, al igual que tampoco se desarrolla bien la historia de ese capitán de barco con la que se inicia la película. 
La película se presentó en el pasado festival de Venecia, en donde formó parte de la sección oficial, y posteriormente pasó por San Sebastián formando parte de la sección Zabaltegi.
Recomendable a los que quieran conocer algunos detalles históricos y a los aficionados al cine europeo original y de gran calidad a nivel visual.


LO MEJOR: La calidad visual del proyecto.
LO PEOR: Querer contar muchas cosas en 87 minutos.

PREMIOS Y NOMINACIONES:

- 2 PREMIOS Y 3 NOMINACIONES, INCLUYENDO 2 PREMIOS EN EL FESTIVAL DE VENECIA DE 2015.
 ( FUENTE: IMDB )

CRÍTICAS EN BLOGS Y MEDIOS ESPECIALIZADOS:

José Antonio Alarcón en Séptimo Escenario  4,5 / 10

Paco Ruiz en My Sofa  8 / 10 

Sergi Sánchez en Fotogramas  4 / 5 

Nando Salvá en Cinemanía  4 / 5

Paula Arantzazu Ruiz en Sensacine  4 / 5

Ignacio Pablo Rico en Guía del Ocio  3 / 5

Luis Forero en El Antepenúltimo Mohicano  7,6 / 10 

Luis Suñer en Videodromo

David Cabello en Críticas en 8 mm 6 / 10

Manu Argüelles en Cine Divergente

Jordi Cosat en El País

Luis Martinez en El Mundo 

Antonio Weinrichter en Abc  3 / 5

Diario Clarín 

Alejandro Lingenti en Diario la Nación

Leonardo García en Diario la Jornada 

Jay Weissberg en Variety  3,5 / 5

Deborah Young en The Hollywood Reporter  3,5 / 5

Peter Bradshaw en The Guardian  4 / 5  

Robbie Collin en The Telegraph  4 / 5

A. O. Scott en The New York Times  3,5 / 5

Sean Nam en Slant Magazine  3 / 4

Farran Smith en New York Post  2,5 / 5

Alan Schertuhl en Village Voice  4 / 5 

Anthony Lane en The New Yorker  3,5 / 5

John Bleasdale en CineVue  4 / 5

Nota IMDb:

Francofonia (2015) on IMDb

Nota Filmaffinity: 6,5 / 10 

Días de Cine:


COMENTARIOS DEL DIRECTOR:
LAS ARCAS 
¿Qué sería París sin el Louvre o Rusia sin el Ermitage, que son símbolos nacionales indiscutibles? Imaginemos un arca en el mar, con personas y grandes obras de arte a bordo: libros, cuadros, música, esculturas, más libros, grabaciones, y más cosas. La madera del arca no resiste y aparece una grieta. ¿Qué salvaremos? ¿A la gente? ¿O a los testimonios mudos e irremplazables del pasado? FRANCOFONIA es un réquiem por lo que ha perecido, un himno al valor y al espíritu humano, y a lo que une a la humanidad.

UN MUNDO DENTRO DE UN MUNDO 
Es muy probable que la comunidad museística sea la parte más estable del mundo de la cultura. ¿Qué seríamos sin museos? Los museos nos muestran que en el pasado existió una cultura grandiosa y magnífica, mucho más grandiosa e inteligente que la que podamos crear en la actualidad. Siempre me ha parecido que los niveles del Louvre, el Ermitage, el Prado, el Museo Británico son absolutamente inalcanzables. Fui al Ermitage por primera vez a los 27 años. Es muy tarde, pero no pude ir antes. Provengo de una familia muy humilde, de un entorno muy humilde.

EL ERMITAGE
Cuando me dijeron que íbamos a poder rodar EL ARCA RUSA en el Ermitage, me sentí abrumado. Me abrumó que el Ermitage y [Mikhail] Piotrovsky nos trataran tan bien a mí y a mi equipo. Me encantó trabajar allí, y supe que en esas condiciones, podíamos crear un himno a ese mundo. El museo es un mundo dentro de otro mundo. Al crear películas en museos y sobre museos, invitamos a gente diferente, a gente de otras culturas, a conocer esas obras originales.

 
EL LOUVRE
Me entusiasmó la posibilidad de rodar en el Louvre. Lo vi como la materialización de mi sueño de realizar un ciclo de películas sobre en arte en el Ermitage, el Louvre, el Prado y el Museo Británico. Fue maravilloso que la administración del Louvre acogiera con tanto entusiasmo nuestra propuesta. Y además tuve la inmensa satisfacción de trabajar con mi ilustre y prestigioso colega, el cámara Bruno Delbonnel, un maestro y un gran artista. Esta combinación de circunstancias es algo maravilloso.


LOS SOLDADOS NAZIS EN EL LOUVRE
Parece que la gente se siente fascinada por la visión de soldados nazis en las salas del Louvre. ¿Estos soldados en un templo del arte? ¿Una paradoja? ¿Pero por qué debería ser una paradoja? Los soldados también son seres humanos, con la salvedad que llevan botas y cascos. Pero lo cierto es que durante la ocupación alemana, las salas del Louvre estuvieron vacías. Sus obras se habían retirado y escondido años antes. La gente empezó a temer el estallido de una segunda guerra mundial que abarcaría toda Europa. En Leningrado, en París y en Londres, la gente empezó a buscar refugio: agujeros en el suelo, refugios, muros blindados, y espacios subterráneos donde esconder obras de arte. La gente empezó a comprenderlo: si perecemos, nuestro arte está condenado a perecer y con él nuestras esperanzas, nuestras oraciones, nuestro Dios.


EL BOMBARDEO EN PARÍS
París, la ciudad de los museos, con una cultura humanística arraigada, la capital cultural del Viejo Mundo. ¿Si París hubiera sido bombardeado en la Segunda Guerra Mundial, que hubiera significado para nosotros? El final de muchas cosas, un acto irreparable, una vuelta atrás de la humanidad. Pero aunque parezca extraño, no ocurrió. Todo lo demás se bombardeó y se quemó mientras los soldados saqueaban y los camiones del ejército se llevaban el botín de guerra. En todas partes menos en París. París fue un refugio de salvación. En las viejas fotos de la ocupación alemana de París, vemos a los soldados sentados en los cafés y yendo al teatro. Se ve a los jóvenes franceses, hombres y mujeres, en las calles, en bicicleta o paseando. Parecía como si la ansiada paz hubiera llegado.  

JACQUES JAUJARD & FRANZ GRAF WOLFF-METTERNICH
Al estudiar los documentos contemporáneos hay dos figuras que destacan inmediatamente: el director del Louvre Jacques Jaujard, y un representante de las fuerzas de ocupación, Franz Graf Wolff-Metternich. Es evidente que tenían que ser enemigos, pero poco a poco comprendemos que no son enemigos y que tienen mucho en común. El periodo de su encuentro, su confrontación, y su colaboración durante la Segunda Guerra Mundial es el tema principal de FRANCOFONIA. La vocación de estas dos extraordinarias figuras, que tenían una edad muy parecida, era proteger y conservar obras de arte. ¿Quiénes eran estos hombres y qué representaban en su calidad de altos funcionarios humanistas? ¿Qué iniciativas prácticas pusieron y no pusieron en marcha para defender las obras de arte? ¿Es posible, en el fragor de una guerra despiadada, defender los valores de la humanidad? Incluso en los momentos más difíciles de aquella guerra, estos dos hombres no muy influyentes, lograron detener la agresión y preservar la gran colección de arte del Louvre. Cuánto lamentamos hoy que nada de esto ocurriera en  la Unión Soviética, Polonia, o en el resto de Europa del Este.

UN CAMINO QUE HEMOS RECORRIDO TODOS
 
FRANCOFONIA no es una película histórica en el sentido clásico. No quería darle un enfoque científico, a pesar de que doy gran importancia a los datos reales. No perseguía un objetivo político, sino un objetivo que podría calificarse de artístico o más exactamente de “plenamente consciente”, para transmitir a través de las vidas de nuestros personajes el sentimiento de una época, su entonación, sus lenguajes. Gente inmersa en sus propias circunstancias particulares, gente que ha luchado por proteger la cultura, por conservar el arte sobreponiéndose a las circunstancias que les tocó vivir. 
Mi visión de esta película era un camino, un camino en que hemos estado todos, un camino que volvemos a recorrer, y que el ser humano contemporáneo que viaja con nosotros puede entender y sentir. Un camino que nos permitirá cambiar entre pasado,  presente y futuro, a nuestra manera, guiados sólo por pensamientos, reflexiones y asociaciones. FRANCOFONIA es más un collage que un recorrido cronológico, ya que sigue los meandros de los cambiantes procesos de la mente.

UN BARCO EN UNA TORMENTA
En FRANCOFONIA, el Autor se comunica con su Amigo a bordo de un barco que lleva una importante colección de arte de un museo. El barco luchando contra la tormenta, como el destino en su forma más pura, es inevitable: lo que tenga que ser, será. Uno puede suponer que el barco puede haber evitado la tormenta, pero por alguna razón desconocida no se desvió, o a lo mejor no pudo. Todos los contenedores se pierden en el mar. La confrontación, el diálogo, entre el Amigo en el mar y el Autor en casa, es una argumentación, una corriente de conciencia.

ARTE E HISTORIA
Si tocamos el arte, no podemos tocar la historia. El arte está tan relacionado con el proceso histórico, que por desgracia la historia ejerce una influencia destructiva en el arte. Sería maravilloso separar el arte de la historia, pero eso es imposible... Estos personajes forman parte de esta historia, y son parte de la vida. Para mí, Napoleón y Marianne no son figuras formales, figuras simbólicas. Para mí, son personajes de carne y hueso, totalmente vivos. Todos los fantasmas están vivos, en caso de que existan. Y yo creo en la existencia de fantasmas, y de todas esas criaturas que habitan en las casas.
 ( FUENTE: WANDA VISIÓN )

EL LOUVRE DURANTE LA OCUPACIÓN NAZI: A la vista de la amenaza de guerra que desencadenó la invasión alemana de los Sudetes, el 27 y 28 de septiembre de 1938 se embalaron las colecciones de arte del Louvre por orden de su director Jacques Jaujard, y se transportaron en camiones al Castillo de Chambord en el Valle del Loira, siguiendo un plan que había trazado mucho tiempo atrás el Departamento de Museos Nacionales de Francia. Días después, tras firmar el Acuerdo de Munich, se interrumpió la evacuación y las obras regresaron a París en el mes de octubre. A principios de septiembre de 1939, Jaujard repitió el procedimiento: las obras de arte del Louvre y de otros museos de París se sacaron de París bajo la responsabilidad del Departamento de los Museos Nacionales con el fin de protegerlas de posibles bombardeos (y no porque se temiera una posible invasión u ocupación). A pesar de que el Castillo de Chambord era el principal lugar de almacenamiento, otros castillos, sobre todos los del Valle del Loira, se requisaron con el consentimiento de sus propietarios para albergar las colecciones. Los conservadores de los museos asumieron la responsabilidad de la gestión de las instalaciones de almacenamiento. Al mismo tiempo, se tomaron medidas de protección en el propio Louvre, dirigidas por Jaujard: se protegieron las esculturas con sacos de arena, se instaló protección contra incendios, se camuflaron las ventanas, etc. Los cuadros y las esculturas que no se habían evacuado se almacenaron en el sótano del museo. Se dejaron en su lugar los marcos de los cuadros.
En la primavera de 1940, en Alemania, el Conservador del Rin, Franziskus Wolff-Metternich, fue nombrado para hacerse cargo de la protección de las obras de arte. Hubo excelentes argumentos a favor de la creación de un Departamento para la Protección de Obras de Arte, como la experiencia de la Primera Guerra Mundial, durante la cual se perdieron para siempre obras de incalculable valor, y también por el interés en numerosos tesoros artísticos alemanes que estaban en Francia desde las guerras napoleónicas. El 29 de septiembre de 1940, el Louvre se reabrió parcialmente. A la ceremonia de apertura asistieron Jaujard y Metternich (que dio un discurso), el Mariscal de Campo von Rundstedt, Hermann Bunjes, el embajador Otto Abetz, y otros. Desde octubre de 1940, algunas salas de esculturas se abrieron al público unos días a la semana. También se abrió un puesto de venta de postales. Hermann Bunjes escribió una guía en alemán, y se organizaron tours guiados para los oficiales y soldados alemanes.
Los protectores de las obras de arte se enfrentaron a un dilema. Tuvieron que colaborar con la Brigada Reichsleiter Rosenberg, que estaba autorizada, a través de una orden de Hitler de julio de 1940, a confiscar todos los bienes culturales de valor que eran “bienes sin dueño de judíos”. Como no había reglamentos concretos, aparte de la Convención de La Haya y del pacto de armisticio franco-alemán, Wolff-Metternich trató de imponer una interpretación de las órdenes que cumplía con el derecho internacional. Los archivos alemanes relativos al robo de obras de arte en Francia prueba el extraño espectáculo que tuvo lugar durante aquellos meses de guerra: Metternich, que se mantuvo firme, provocó la hostilidad del embajador alemán, y también de Alfred Rosenberg, y del Mariscal del Reich, Goering.

Las tensiones entre Wolff-Metternich y el resto de las organizaciones de la Ocupación, así como con sus superiores en Berlín, se intensificaron. En 1942 se le acabó enviando fuera de París, pero continuó supervisando el trabajo de su personal desde Bonn.
Jaujard pasó el resto de la guerra en París y, en su viejo coche Renault, en el que viajaba de castillo de castillo para inspeccionar las colecciones que se habían evacuado. Cuando la contienda se acercaba a París, Jaujard organizó un sistema de protección y defensa en el Louvre con todo el personal y los conservadores disponibles. Las primeras escaramuzas estallaron en París el 19 de agosto de 1944. El principal peligro para el Louvre era su proximidad al Hotel Meurice donde estaba el cuartel general alemán. A pesar de que la lucha por la liberación de París rodeaba el Louvre, el museo no sufrió daños significativos. El 25 de agosto de 1944, la columna blindada al mando del general Leclerc entró en la ciudad. La batalla de las Tuilerías acabó sobre las 4 de la tarde con la rendición de las tropas alemanas. A partir de octubre de 1944, las colecciones fueron regresando paulatinamente y el Louvre reabrió en parte. Se creó una Comisión para el regreso de las obras de arte, dirigida por Jaujard, cuya labor consistía en buscar y recuperar las obras de arte que habían robado los alemanes. El Louvre reabrió totalmente sus puertas en julio de 1945. Sus colecciones superaron la guerra
prácticamente indemnes, a diferencia de las que habían sido propiedad de las víctimas judías del régimen de Pétain y de las fuerzas de ocupación.

 ( FUENTE: WANDA VISIÓN )

TRAILER:





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